Capitulo 9

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Ash

     De repente el también te se puso incómodo, no sabía que decir ni que hacer para salir de esa situación, pero intenté llevarlo con calma.
– Wow... -Dije en voz baja.- Eso ha estado...
     De un movimiento rápido, se abrochó los pantalones, y yo aproveché para acomodarme el short, que estaba completamente de costado. Las piernas me seguían temblando, así que intenté quedarme quieta en donde estaba. No fuese a ser que al intentar caminar, me fuese recóndita al suelo.
– Volvamos dentro. -Susurró.
– Si...
     Volvíamos a estar incómodos. Me irritaba.
– Eh... ¿Todo bien? -Intenté tocarle el hombro pero me apartó la mano.
– Esto está mal.
     Me quede de piedra.
– ¿Como?
– Lo que acabamos de hacer está mal. Las cosas no van así. ¡Ni siquiera somos amigos! -Subió la voz.
     Le tape la boca para que se callase. No sabía si reírme o llorar.
– ¿Y eso que tiene? -Opté por reírme.
– Yo no soy esa clase de chico que lo hace una vez con alguien y después lo olvida Ash. - Se tranquilizó y suspiró.- No sé que me dio las pelotas de hacer lo que acabo de hacer.
– Te dejaste llevar, y es normal. -Me crucé de brazos.- Solo ha sido una ayuda mutuamente.
     Se rió y me sentí aliviada de liberar la tensión que había.
– A demás... -Me acerque y me susurre al oído.- Ha sido muy bueno... ¿o no, Eiden?
     Me puse un poco de puntillas y le robé un beso. Era divertido provocarle.
– Já... -Se rió.- ¿Vas a usar mi nombre solo en estas ocasiones?
– Tal vez...
    Se hizo el silencio. Nos mirábamos fijamente sin sentir incomodidad ninguna. Bueno, al menos no yo. La música que venía de la casa ya había parado, me empezaba a entrar sueño.
– Tienes sueño. -Dijo antes de que yo hablase.
     Asentí.
– Es tarde. -Mire la hora y en efecto. Eran las cuatro.
– Vamos.
     Caminamos hacia la casa. No hablábamos, ni hacíamos nada más que caminar. En silencio. Solo se escuchaban las hojas de los árboles, nuestros pasos, nuestras respiraciones, el sonido de la puerta al abrirse y al cerrarse... pero al estar en frente de mi puerta, vacilé en entrar. Me di la vuelta.
– Buenas noches.
    Sonrió y ladeó la cabeza. Le devolví la sonrisa.
– ¿Puedo dormir contigo?
     Badum, badum, badum. Los latidos de mi corazón acelerándose al instante. Nunca había "solo dormido" con un chico. Siempre había algo más.
– La verdad es que mi compañero ronca y se estira en toda la cama, así que no dormiré bien... -Se acercaba a mi poco a poco, dudoso. Sin mirarme directamente a los ojos.
    Adorable.
– ¿Solo dormir? -Empecé a sentirme más nerviosa.
– Entenderé si no quieres...
– Vale.
     Fue un segundo a coger su pijama. Yo seguía nerviosa, y mis nervios subieron al él llegar y verlo sin camiseta. Su ancha espalda pasando delante mío, pasándose por encima una camiseta de algodón gris.
– Me pido pared. -Antes de que respondiera, me fui de cuentro patas hasta sentarme con las piernas cruzadas.
– Ya que ni me dejaste decir nada, me echaré aquí. -Se sentó.- Ven acá.
     Me atrajo hacía el.
– ¿Te tiñes el pelo?  -Preguntó mientras lo acariciaba.
– No... es natural.
– Es muy bonito, como tus ojos.
     Acostada en su pecho, oyendo los latidos de su corazón y sintiendo el vibrar de su cuerpo al hablar, asentía y respondía a sus preguntas. Que si me lo peinaba, que si usaba gafas o use algún día, o si me gustaba que me acariciase la cabeza. Preguntas tontas. En un segundo cerré los ojos sintiendo su mano encima de mi cabeza, acariciando mi pelo a un ritmo constante.

     En la mañana siguiente, lo dejé dormido y me fui antes. Si te soy sincera, nunca había despertado al lado de un chico y he compartido la mañana así sin más. Siempre era yo la que se levantaba antes para pasar de la incómodidad que supondría el decir "buenos dias" y el echo de no saber que cara poner después de solo haber dormido. Si hubiese sido sexo, pues sería levantarse, agradecer tremenda comida e írse. Pero este, este no era el caso.
     El día pasaba muy aburrido, todos jugaban a juegos de mesa, hacían ejercicio e incluso algunos fueron a dar una excursión por la montaña. Yo me limitaba a sentarme en una ama a en frente de la piscina viendo como los chicos del grupo jugaban al marco polo. Jugó que jamas entendí la verdad. Total. Que con las gafas de sol, y mi cigarro en la mano, disfrutando de la sombra y del cálido viento de verano, con las mejores vistas que puede haber. No es que todos estuviesen buenísimos. Pero si la gran mayoría. Estaba el gordito mazado, que parece que está gordo pero lo único gordo que tiene son los músculos. Después el alto atlético, que tenía esa tableta delgada pero visible a la vista. Al lado, el que no estaba bueno pero si era atractivo, tenía algo. No se. Y por último, Eiden. Ni muy mazado ni muy rechoncho. Ni muy alto ni muy bajo, tenía un muy buen cuerpo pero no sobresaliente de los demas. Era guapísimo, eso si, y tenía gracia. El ver las gotas de agua caer sobre su pecho y mechones de pelo, era una tortura para mis pensamientos fetichistas. Seguía pensando en lo que había pasado en la noche. Fue tan... bueno... fueron los mejores dedos de mi vida.
– ¿De verdad no te piensas mover? -Decía el culpable de mis pensamientos pervertidos viniendo hacia mi, rociando gotas de agua a su paso.
– No hay nada mejor que hacer.
      Mi vista fue directa a su entrepierna. Madre mía. Anaconda.
– Puedes meterte a la piscina. El agua está buenísima. -Se sentó.
– Yo si que veo otra cosa que si está buenísima. -Le di una calada al cigarro, y lo solté esbozando una sonrisa.
     Sonrió y se fue de nuevo. Le mire directamente al trasero. Muy apretable, peligroso.

     Me estaba hartando de ser yo la que mirase, así que me levante y me quite el camisón dejándome en bikini. Tengo plena confianza en mi cuerpo, siempre me recalcaban que; tenía cuerpo de escultura, cintura de diosa, vientre de modelo, caderas de ksrdashian... no estoy diciendo que esto sea verdad, pero si estoy diciendo que si me lo han dicho, es que por algo es. Camine con paso seguro hasta el borde de la piscina y me senté. Eiden tenía razón; el agua estaba buenísima.
– ¡Eh bombón! -Gritó un chico.- ¿Cogiendo moreno?
     Me le quedé mirando.
– Por supuesto. -Sonreí.
– ¿No te acuerdas de mí verdad?
– ...no. -Solia pasarme.- ¿Eras...?
– Alex, anoche te di un vaso de rohn con cola... y casi nos fuimos a tu habitación a continuar la fiesta si no hubiese sido por tu amigo. -Se acercó a mi muy descaradamente.
– Ah si... ya recuerdo. Nos jodio el polvo, lo recuerdo.
– Podemos seguir con lo que íbamos a hacer ahora, si te parece.
     Se me estaba insinuando muy descaradamente, en frente de todos y de manera muy obvia. Mi mirada paso de él durante un segundo y se fue directa a donde Eiden. El también me estaba mirando.
– ¿Hola? Tierra a Ash.
     Regrese a él.
– No me a... -Intenté decir pero llegó el.
– ¿Ash, me acompañas a por algo de comer? -Dijo Eiden interrumpiéndonos.
     Sonreí.
– Joder tío, ya van dos veces que nos interrumpes. ¿Que es esta vez?
     El le susurro algo al tal Alex y este se fue refunfuñando hacia otro lado. Me levante y le sonreí.
– ¿No puedes ir a cogerte algo tú solito? -adujé levantándome y caminando hacia el.
     No apartó su mirada de mi, la tensión sexual estaba a pedir de boca y ambos lo sabíamos.
– ¿No me dejarás estar un segundo a solas contigo?
– Si hacemos cosas sucias, puede que si te deje.
     Le sonreí altanera y pasé de largo camino a la cocina.

Voz de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora