Capitulo 7

2 1 0
                                    


Ash

No hablamos de lo sucedido durante otra hora que estuvimos en carretera. Hora que fue interrumpida por mis ganas de fumarme otro cigarro.
Estaba encendiéndomelo cuando de repente habló:
– ¿No fumas mucho? -Preguntó.
– Ajá.
No quería darle más bola al asunto. Funcionó hasta que decidió romper el silencio de nuevo.
– Fumar mata.
– Como jodes.
– Igual que el cigarro.
Le mire con cara de asco.
– Cállate.
– ¿Nos podemos ir ya? Quiero llegar.
– No eres el único. -Le miré, pero una voz capto mi atención.
– ¡Eh rubia! -Gritó un chaval acercándose a mi.- ¿Me das fuego porfa?
Normalmente no hago caso cuando me piden algo pero no quería seguir hablando con Eiden. Era completamente incómodo.
– Acércate. -Me hizo caso y encendí su cigarro con el mío.
Me miró un instante.
– Soy Carlos. -Tendió su mano.- ¿Tú eres...?
– Ash -Le devolví el saludo.
Café con leche se aclaró la garganta en mi espalda, y nos interrumpió.
– Yo Eiden. Encantado. -Extendió su mano y este le dio un apretón.
De repente el ambiente se hizo muy tenso. Era hora de despedirse del tal Carlos.
– Ya nos vamos. Un gusto. -Tiré el cigarrillo al suelo.
– Claro. Ya nos veremos.
Me monte a la moto pero antes de poder ponerme el casco y arrancar, Eiden habló.
– Cuando yo te tendí mi mano para un apretón, no me lo cogiste. -Rechistó.
Reí y me volteé.
– ¿Y? -Volví a reír.
– Eres una borde.
¿Eso que veía eran celos? ¡¿De que?! No lo sé. Pero se veía tan tierno... tendí mi mano y lo miré.
– Encantada de conocerte Eiden Torres, me llamo Ash Caley.
Me miró sorprendido y sonrió.
– Encantada señorita Caley. -Dijo agarrando mi mano.
Su apretón se sentía cálido, ni muy fuerte ni muy flojo. Era cómodo por así decirlo, pero ya llevábamos un rato así y se hizo incómodo.
– Vamonos.

No hicimos más paradas, pero el viaje se hizo más ya he pesado. Tres horas seguidas en moto es duro. No me creas si quieres pero cuesta. Llegamos directos a dormir. Yo ni siquiera saludé a Ainhoa, seguía enfadada por supuesto por lo que nos había echo, y Anna ni se me acercó; normal con la mirada de "acércate y te despellejo" que le eché.
Me desperté a eso de las nueve y media de la noche. Todos estaban haciendo la carne para la barbacoa, yo por supuesto me uní, no quería ir incómoda, por lo que ponerme un short holgado y una camiseta ancha, lo veía perfecto para la ocasión. No me quería acercar a las chicas, seguía enfadada, por lo que me fui al lado de Eiden.
– Buen día Café con leche. -Le salude sarcástica.
Seguía con los pelos todos revueltos, él al contrario se lo veía asquerosamente perfecto, pero sinceramente me daba igual.
– Buen día Ash. -Me miró y se rio.- ¿No conoces algo llamado peine?
– Anda cállate. -Me acosté en su hombro y cerré los ojos, seguía con sueño. Pero note su mano en mi cabeza.- ¿Que haces? -Pregunté.
– No puedes salir tan desastrosa.
No me moví. Ni me sentí incómoda.
– ¡Vaya, vaya, vaya! -Gritó Ainhoa apareciendo a nuestro lado.- El plan funcionó a la perfección.
Se me quitó el sueño al instante. También la vergüenza me entró al cuerpo.
– Véte a la mierda hija de puta. -La insulté sacándole el dedo.
Me levanté con el plan de irme, pero ella me paró.
– No estes enfadada...
– Tienes huevos para decirme eso encima.
– Venga va, lo siento. Te compraré lo que quieras al regresar.
Me sentí mejor al instante.
– Quiero un IPad Pro. La nueva tablet que salió hace poco. - Sonreí.
– Lo tendrás nada más lleguemos a Barcelona, hija de puta.
– Bien. -Se me fue el enfado de repente.- No lo vuelvas a hacer.

La noche siguió llendo bien. No volví a hablar con Eiden, lo veía pero no compartíamos más que algunas miradas incómodas. Una parte muy grande de mi me decía que me acercase, que quería hablar con el, mirarle a los ojos, pero otra parte, la que ganaba, me decía que no lo necesitaba.
Las copas ya hacían efecto, cada vez iba más contenta, más coqueta. Por qué si, cuando me emborracho me vuelvo muy ligona. Había un chico que estaba bastante guapo, y ya me estaba mirando bastante. Y si te soy sincera, lo que había pasado en la tarde con Eiden, seguía en mi cabeza como un bucle. Sabía que él estaba rondando por ahí, pero no se me acercaba, así que yo no iba a hacerlo primero. Un orgullo muy feo, lo sé.
– Hola. -Le dije al chico que me estaba mirando desde hacía rato.
Era alto y de pelo del mismo color que el mío. Ni idea de su nombre pero tenia las cejas gruesas y mi fuente de internet decía que; cejas gruesas, tercera pierna.
– Hola. -Saludó correspondiendo mi fíltreo.- Soy Alex. ¿Tú eres?
– Ash. -Me tiré hacia delante dándole amplia vista de mi escote mal formado por la camisa.- ¿Que bebes?
– ¿Quieres probar?
– Que es.
– Ron con cola. -Me tendió el vaso.
Ya iba lo suficientemente borracha, pero bebí. Asqueroso.
– Horrible. Soy más de dulce.
– ¿Quieres subir arriba?
Fue muy directo, pero casi que mejor, me ahorraba el paripé de engancharlo a mi. Así que sonreí satisfecha.
– Vamos a la mia, duermo sola. -Le mire de espalda.
– Perfecto.
Entramos a la casa con el objetivo de subir las escaleras y entrar a mi habitación. Estaba bastante caliente ya de por si, la rodilla de Eiden en mi entrepierna venía a mi cabeza una y otra vez, lo que hacía que apresurase el paso, pero choqué:
– Ash, te estaba buscando. -Dijo Eiden.- ¿Vamos a tomar el aire?
Lo miré con cara de idiota.
– Estoy ocupada.
– Yo creo que lo necesitas.
Le volví a mirar mal, pero esta vez alce la mano que tenía agarrada con el tal alex y dije lo peor que podía decir.
– ¿No ves que estoy en busca de un polvo fácil? -Señalé la mano y al chico.
– Madre mía... -Se rio Eiden y negó con la cabeza.- Necesitas aire fresco.
– Venga tío, déjanos en paz.
De un momento a otro, Eiden soltó mi mano del chico y me llevo delante de él:
– Está borracha, si sigue pensando igual después, la dejaré a su bola.
Por un momento me decepcioné. No soltó la típica frase de libros de: búscate a otra, o, ella está conmigo. No. Solo me vio borracha y fuera de mis cinco sentidos. Me dejé empujar por él y salir por la puerta al jardín de delante. Caminamos y caminamos en silencio, me era incómodo claramente, pero no sabía que decir. Lo peor de todo era que la borrachera se me iba poco a poco, y regresaba a mis sentidos más rápido de lo que quería.

Voz de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora