Capitulo 15

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Ash.

Que pelo más suave. Que espalda tan ancha. Y tremendos arañazos le había dejado en ella. El no paraba de quejarse mientras yo le echaba en cara lo que había echo con mis piernas. Había sido un momento tan agradable.
Me trataba como a una reina. Me secó el pelo, aclarando que podría ser un perfecto peluquero gracias a que había peinado siempre a sus hermanas. Y así era: lo tenia seco y perfectamente ondulado. Yo intenté hacer lo mismo, pero en vez de dejarlo perfecto, se lo dejé todo revuelto como un nido de pájaro. Me mato a un ataque de cosquillas cuando se vio en el espejo.
Con uno de los bóxers que me había dejado y una camiseta exageradamente enorme puesta, fui hasta lo que era el salón cocina. Donde estaba el sin camisa y en pantalón corto, calentando algo en el microondas.
   — ¿Que fas? -pregunté.
   — Te dije que quería que probases algo... -me besó la mejilla y suspiró.- Aun que creo que comparado con lo que tú cocinas, esto será basura.
   — No lo dudes. -solté.
El microondas pitó, y sacó de él un plato de estofado de carne. Olía bien.
   — No seas mala. -Dijo cuando me senté a querer probarlo.
Me llevé una cucharada y lo probé. No os voy a mentir. Le faltaba mucha sal, más especias y un pelón de laurel.
Mi cara lo demostró.
   — ¿Asqueroso verdad?
Normalmente lo diría. Yo no me cortaba un pelo, pero me lo guardé y sonreí.
   — Ven.
Le eche todo lo que le faltaba a la pequeña olla que tenía de estofado. Y cuando estuvo listo, lo volví a emplatar:
   — Prueba.
Se llevó la cucharada a la boca y abrió los ojos como platos.
   — Cásate conmigo por favor. -dijo en júbilo.
   — Si me caso con alguien, ese alguien tendrá que cocinarme a mi. -le miré coqueta.- A mi no me van esas cosas machistas... ¿recuerdas?
   — Muy cierto. -sonrió tierno.- Ven aquí.
Me tiró hacia el, haciendo que me sentase ahorcajadas encima suyo. Comimos del mismo plato; de vez en cuando le hacía el avión para darle una cucharada, el lo hacía otras. Así repetidas veces hasta que el plato estuvo vacío. Nos fuimos hasta el sofá y mientras mirábamos "La Purga", me acariciaba el pelo distraído, debatiendo conmigo los estupidos que eran muchos personajes.
Poco a poco, sin darme cuenta, me acurrucaba más a él. Yo nunca había sido de abrazos, ni caricias. Un exnovio -el primero y último- me rogaba por un abrazo, por un poco de afecto. Yo siempre fui reacia a dárselo, cosa que fue razón por la que rompió conmigo. ¿Que más querían? A mi me gustaba el sexo. Podría ser una ninfomana perfectamente, por eso mi lista de compañeros sexuales, triplicaba el número de novios que había tenido en mi vida. Pero Eiden, con esa dulzura con la que me había tratado esa noche, me había embelesado. Mi cuerpo empezaba a buscar su tacto, una caricia suya, una sonrisa. Poco a poco, más me apoyaba en el, más cerca estaba de su cuerpo, más cómoda me sentía.
Empezaron a sonar los créditos de la película. Se había pasado volando y solo eran las once y media. Estaba tan cómoda en sus brazos que la idea de buscar el mando para poner la siguiente se me fue de la cabeza. Su mano alcanzó mi cabeza y me la acarició suavemente, apartando un mechón de pelo detrás de mi oreja. Me enderecé a mirarlo.
   — Ashley... -no nombre completo en sus labios, hizo que sintiese un pinchazo en el estómago.
   — ¿Si? -conteste al ver que no decía nada.
   — ¿Puedo besarte?
Asentí sin decir nada, por miedo a que me temblase la voz y el despacio, cauteloso, y silencioso, pegó sus labios en los míos, besándome tiernamente.
Suspiré y el corazón empezó a palpitarme como loco. Profundizó el beso acuñándome la cabeza, mientras que se iba enderezando conmigo encima poco a poco. Las yemas de mis dedos cosquilleaban y sentía el corazón en la garganta. Enterré mis dedos en su pelo, intentando calmar ese cosquilleo que llego a serme completamente molesto. La boca del estomago empezó a dolerme de manera punzante, y cerré los ojos fuerte.
Se separó y cocho su frente a la mía. Nos miramos a los ojos, jadeantes. Fue a hablar, pero alguien tocó el timbre.

Voz de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora