Capitulo 37

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Eiden

Eran las últimas semanas de embarazo, los medicamentos funcionaban, ella volvía a tener más vida, no parecía tan esquelética. Comía mejor, dormía mejor, y a la hora de hacerlo era más pasional. A veces me digo a mí mismo que no tendría que ponerle una mano encima, pero es que es irresistible joder. Como un imán para mi.
- Me gustan estos. -dice con ilusión en los ojos mostrándome unos patucos beiges.
Habíamos salido a por ropa para el bebé. Dejamos lo del sexo como sorpresa, ya que habíamos apostado. Ainhoa dice que será niño, igual que Ash, pero yo estoy segura de que será niña. No lo sé, lo siento.
- Son preciosos.
Ella bufa y me mira fastidiosa.
- Has dicho lo mismo de los últimos diez que te he mostrado Café con nata. - los deja en su lugar- Un poquito de pasión.
- Cielo, todo lo que elijas será precioso, tú lo eres.
Se le sonrojan las mejillas. Me acerco y le beso en una de ellas. Es adorable.
- Coopera o paro sin ti.
Me río.
Siempre me hace la misma amenaza; pariré sola si no haces tal. Paro sola si no hacer eso...
- Los beige me gustan, esos que me acabas de mostrar. -la vuelvo a besar en la mejilla- La idea de: rosa para niños, azul para niñas, es de nesrdentales. Ella coincide.
- El rosa es ñoño. -me lee la mente. Lo sé.
- Si. Lo es.
Nos entendemos con la mirada. Y se da la vuelta hacia el mostrador.
- Cuando lleguemos a casa podemos tratar de hacer un niño...
Su voz es sedosa y coqueta. Sexi y atrevida. Paso la indirecta por alto y me fijo en su pelo. Ese pelo sedoso y brillante que acaba de tomar color después de recuperarse. Me cosquillean las puntas de los dedos de quieres acariciárselo.

Llegamos a casa y lo metemos todo en una maleta. Nos recomendaron en hacerla cuanto antes para que el momento de las contracciones no nos pille por sorpresa.
- Eiden. - me susurra ella desde el sofá.
- Dime.
- Si sucede algo, lo que sea... - su voz se apaga y me giro a mirarla.
Nos dijeron que ella correría peligro, más bien; me dijeron que ella correría peligro, pero no quiero ver esas posibilidades, no quiero creerlas.
- Eres la mujer más fuerte que he conocido, estarás bien. -me siento con ella y le acaricio el sedoso pelo.- Eres valiente, podrás con ello y más.
- Eiden estoy cagada. -se ríe.- Tengo un muy mal presentimiento.
Se me hiela la sangre. Si. Estuvo débil hace un par de semanas, pero eso ya pasó.
- A eso cielo, se le llama ansiedad. -consuelo.- todo saldrá bien.
La abrazo y ella se apoya en mi hombro, un poco decaída. Siento las pataditas en el estimado, donde siento su panza.
- La niña piensa lo mismo. -le digo posando una mano en su vientre y sonriendo.
- Renacuaja. -rechista ella.- Menuda la que me estás haciendo pasar.
Nos miramos un segundo, y de repente siento las piernas mojadas. El miedo inunda su expresión, y yo me quedo tieso por un segundo. Hasta que ella se contrae hacia delante, gritando a todo pulmón.
- Eid... -no termina la frase.
Sin saber cómo, llamo a la ambulancia, y en menos de cinco minutos, están en la puerta.

Voz de cenizaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora