Capítulo XII ♧

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Narrador Omnisciente

Cristián estaba volviendo loco de remate, si loco de remate por aquel adorable asiático quien en cualquier momento lo mandaría a volar. Pero como todavía no lo había hecho, o al menos no completamente, al cordobés se le ocurrió la maravillosa idea de seguir a Sonny después de haber tenido aquella discusión, en la que él había quedado como un imbecil al no decir y no hacer nada.

Seguirlo lo llevó a la casa del mayor, quien entró y el argentino estaba seguro de tocarle la puerta segundos después de haber entrado pero se quedó estático. Muchas cosas le pasaron por la cabeza, hasta la idea de que Heung-min, además de mandarlo a la mierda, lo denunciaría por haberlo seguido de noche, cosa que si se ponía a pensar seriamente era bastante turbio.

Pero había actuado por inercia, y ahora tenía que pensar las cosas, estaba hace una hora fuera de la casa del coreano pensando en que debería hacer en estos momentos que se encontraba sentando en la entrada de su casa.

Ya estaba ahí...

Dudandolo unos segundos más tomó una decisión, se enfrentó nuevamente a la puerta de entrada, dejó salir el aire nervioso, y tocó el timbre de la casa una sola vez, dos ya se seria demasiadas, estaba desesperado, pero tampoco quería demostrarlo. Los nervios volvieron rápidamente a él cuando cayó en cuenta de lo que había hecho.

Y estaba a punto de huir y hacerle pensar al mayor que había sido Ring Raje, pero se congeló en el momento que la puerta empezó a abrirse. Cuando se abrió lo suficiente pudo ver a Sonny del otro lado, estaba con la misma ropa de antes, su cabello estaba despeinado, pero lo que le había llamado la atención fueron sus ojos, que estaban rojos y algo hinchados, su nariz se encontraba colorada.

El coreano por otra parte quedó atónito al ver al menor fuera de su casa, estaba a nada de cerrarle la puerta en la cara por la vergüenza que tenía que lo viera en aquel mal estado, pero en esos pocos segundos donde el contrario lo había estado observando de pies a cabeza, sintió sus brazos envolverlo a él.

Heung-min se quedó más perplejado que antes, no había esperado para nada aquella acción de Cristián, no esperaba que lo abrace, y menos con esa intensidad, pero no se quejaba, al sentir los brazos del menor rodearlo se sintió tan bien. Se relajó ante su abrasador calor, y se dejó abrazar mientras envolvía tímidamente sus manos en la cintura de Romero, escondiendo su cabeza en su cuello, permitiéndose oler aquella hipnotizante fragancia que tenía el menor.

Pudo sentir los músculos de Cristián relajarse en el momento que correspondió su abrazo, él tampoco sabia muy bien que había hecho, pero no se arrepentía. El menor apoyó su mejilla en los cabellos revoltosos del coreano sintiendo lo sedosos que eran estos y aferrándose a un más a él, cosa que el contrario agradecía internamente.

— ¿Estas bien, Heung-min? - le preguntó dulcemente Cristián cerca de su oído.

Sonny sintió su cuerpo desvanecerse un poco al escuchar su nombre pronunciarse por él, era la primera vez lo llamaba así, además había sido con un tono tan tierno y cálido. Intentó responder su pregunta para no preocuparle, pero no pudo, porque sintió nuevamente aquel nudo en su garganta, y como si Cristián lo hubiese sabido, lo atrajo aún más hacia él, demostrándole que no estaba solo, y que podía sentirse cómodo y tranquilo.

A lo que el mayor sin aguantar mucho más empezó a llorar de nuevo, mientras cerraba sus puños apretando la campera del más alto queriendo que aquel abrazo nunca acabase, sintiendo feliz y seguro al estar envuelto en sus brazos fuertes y grandes, se sentía pequeño en aquella situación, aún siendo seis años más grande que él.

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