02. Aquí

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02. Aquí

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Cinco Hargreeves.

Revisaba algunas sufras de lo obtenido en el mes de Septiembre y las proyecciones de Octubre, me había quedado en la oficina de la Academia, Lila entró sin tocar cruzada de brazos y aparentemente molesta.

—Servicios infantiles está en la estancia —bramo.

—¿Ya? —mire mi reloj, nueve y media—. Son rápidos.

Me puse de pie y caminé fuera de la oficina.

—No puedo creer que si los llamaras.

—Les dije que lo haría —la mire deteniéndome—. Sus intentos de manipulación no sirven.

—Amargado —bufo.

Ambos seguimos nuestro camino hasta llegar con los demás, Viktor cargaba a la bebé y los demás parecían incómodos.

—Gracias por venir —me acerqué a ellos—. Cinco Hargreeves, hablamos esta mañana.

—Hizo bien, señor Hargreeves —una de las mujeres estrecho mi mano.

—Como les dije, dejaron a la bebé en pésimas condiciones y con esta nota —se las di—, al menos cuando salí, no había nadie.

—Que desgracia situación —un señor negó—. Pobre niña —la señora se acercó a Viktor y cargó a la bebé.

—¿Qué pasará ahora? —me crucé de brazos.

—Además de papeleo, ingresaremos a esta hermosa nena al sistema de adopción, si tiene suerte alguna familia la tendrá al menos como hogar de acogida —se acercó a su compañero.

—¿Eso será pronto? —Lila quiso saber.

—Hay niños que tardan años antes de poder llegar a eso —suspiró la mujer.

—¿Ira directo a un orfanato? —fruncí el ceño—. Solicité que la bebé fuera colocada en un hogar de acogida.

—Me temo que eso no funciona así —el hombre rió—. Alguien debe quererla antes de eso.

—En el orfanato está bien, se los aseguro —la mujer tomó su bolso y le paso una tarjeta a su compañero—. Les dejaremos el número de registro, podrán preguntar qué pasó con Maya —el hombre se la dio a Luther.

—Buen día —ambos caminaron a la salida.

—Cinco, no puede irse —Lila me miró—. Me lo debes.

Sus ojos estaban cristalizados. Le había dicho cuando hicimos las paces que era claro que jamás podría remediar lo que le hice a sus padres pero que estaba en deuda con ella. Apreté la quijada y bufé.

—Un momento —me acerqué a ellos antes de que se fueran—. ¿Qué se necesita para que seamos un hogar de acogida para ella?

—De inicio, un tutor —respondió la mujer—, también pasar una serie de exámenes para saber que es apto para cuidar a la niña, así como su economía.

—¿Quién sería el o los solicitantes? —mis hermanos y yo nos miramos.

De entre estos siete ratitos, ¿quién era el más apto para cuidar de esa bebé?

Mi nuevo mundo || CH [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora