08. TN Boscawen

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08. TN Boscawen

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15 de Julio de 1825

TN Boscawen.

Paseaba por el jardín en donde jugué durante mi infancia, claro, cuando mi madre no me observaba. Seguía sin poder creer que habían muerto, ya eran seis meses desde su partida. Vivía aquí aun por derecho pero no era mi hogar, mi primo, Charles Boscawen había heredado esta y todas las propiedades de mi padre.

—Señorita —mire a la ama de llaves—, el señor acaba de llegar.

Suspire antes de encaminarme al recibidor, mi primo ya esperaba mirando con curiosidad la pequeña sala que mi madre había decorado hace algunos años. Fingí mi mejor sonrisa y me acerque a él.

—Señor Boscawen —me miró e hice una reverencia.

—Querida prima, por favor, si crecimos jugando en esta misma casa, creo que puedes llamarme Charles.

—Claro —asintió sonriendo.

—Me disculpo por tardar tantos meses en llegar, me encontraba en un viaje por las indias.

—Interesante —fingí interés, él ni lo noto.

—Ya habrá tiempo para hablar de eso, por ahora me gustaría que te prepararas, tenemos invitaciones para un baile esta noche, sería bueno asistir —maldije por dentro, odiaba esas cosas—. Sé que desde la muerte de mis tíos has tenido que resguardarte aquí, es momento de que vuelvas a la sociedad.

—Estoy ansiosa.

—Maravilloso, te veré más tarde —se acercó a mí y besó mi frente—. Es bueno verte de nuevo.

Ni siquiera se daba cuenta de las pocas ganas que tenía de ir a ese baile o a cualquier evento social. Volver a la sociedad implicaba pretendientes y pedida de matrimonio, boda.


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Un mes había pasado desde la llegada de Charles y mi regreso a la sociedad, había ido a cerca de diez bailes, quince desayunos y nueve eventos más de la misma clase. Había tenido la visita de varios hombres pretendiendome, claro, podría no ser hija de algún noble directo, pero sí de alguien que había asegurado un muy jugoso dote.

—Señorita Boscawen, permítame decirle lo radiante que luce esta tarde —suspire.

—Gracias —murmuró al pretendiente del que ya no recordaba su nombre.

—Su vestido es exquisito.

—Gracias.

—Su peinado es inigualable.

—Gracias.

—Y esa flor que lleva en su cabello es...

—Mi señor, con todo respeto, ¿tiene algo que decirme que no sea sobre mi aspecto? Sé perfectamente lo bonita que luzco, me veo al espejo cada mañana y aunque no lo hiciera, los tres pretendientes que llegaron antes de usted, se han encargado de decirme exactamente lo mismo —escuche a mis damas de compañia contener la risa. Me puse de pie—. Lleva usted aquí tres cuartos de hora, si su conversación girará en torno a mi belleza, creo que hemos terminado por hoy. Disfruto de conversaciones más cultivadoras.

Mi nuevo mundo || CH [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora