17. Todo cambió

589 51 28
                                    


.εїз...。.・・゜εїз゜・・.。...εїз.

17. Todo cambió

εїз


Cinco Hargreeves.

—¿Y por qué yo? —Lila se quejó arrastrando sus pies siguiéndome.

—Porque sí.

Respondí siguiendo mi camino delante de las vitrinas, tenía mis manos dentro de los bolsillos del pantalón de vestir, mirando las piezas platas sin detenerme en ningún sitio en especial.

—Ayúdame a entender —Lila se recargó en uno de los mostradores haciendo que me detuviera para verla—. Dijiste que ya estaban casados, ¿por qué le volviste a pedir matrimonio?

—Porque resulta que nos casamos en un lugar fuera del tiempo, así que no es válido aquí —centré mi vista en algunos anillos exhibidos—. Y la boda que tuvimos fue con Herb y Doris, no es que me queje o quiera una de esas bodas exageradas, pero creo que podemos tener una mejor segunda boda.

—¿Y yo vengo para?

—Ayudarme a escoger.

Se quejo y se coloco a mi lado, al tiempo que un hombre trabajador de ahí con una sonrisa fingida llegó a nosotros.

—Bienvenidos a joyerías de la rosa, ¿el caballero busca algo especial para una dama?

—Un anillo de compromiso.

—¡Ah! Tenemos una extensa gama, ¿algún precio?

—¿Importa? —Lo mire mal.

—En ese caso —se agachó un momento para tomar una sección de anillos que puso delante de nosotros y tomó uno en específico—. Un anillo de platino, con dos zafiros al costado de un precioso diamante de cuatro quilates.

—Demonios, ¿de cuanto hablamos? —Lila miró con fascinación la joya.

—Solo ciento noventa mil dólares. Hay descuento con clientes especiales.

—Carajo, con ese anillo hasta yo me caso contigo —Lila rio quitándole el anillo al hombre.

—Por suerte, no eres tú esa mujer —puse los ojos en blanco y mire al hombre—. A mi novia no le gustan estas cosas.

—A toda dama le gustan las piedras preciosas —me sonrió.

—No cuando la dama en cuestión, tuvo en sus manos las joyas de la corona inglesa.

La cara del hombre palideció por completo y tuvo que aclararse la garganta para recuperar la compostura.

—No me importa el precio, me importa que sea el anillo perfecto para ella —asintió—. ¿Tiene algo que no tenga piedras tan extravagantes? Algo sobrio, elegante.

—Una dama qué sabe lo que quiere.

—Claro —reí porque era todo lo contrario.

—Tengo la pieza perfecta, en ese caso.

El hombre nos hizo una seña para seguirlo, nos movimos a otra de las vitrinas de donde tomó un anillo para mostrarnoslo.

—Santa mierda.

—Si, es perfecto —sonreí—. ¿Pueden grabarle algo?

—Por supuesto.

—Lo quiero.

Mi nuevo mundo || CH [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora