07. Mateo Hargreeves

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07. Mateo Hargreeves

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Cinco Hargreeves.

Quince payasos, veintidós globos, doce autos, trece flores y un sol sonriente adornaban el cursi consultorio del pediatra, las paredes tenían una cintilla con esos dibujos, menos el sol, ese se encontraba dibujado en la pared. Lila me había arrastrado hace una hora para venir a la consulta, ella estaba con el médico mientras yo los observaba a ellos y la mala decoración desde una de las sillas frente al escritorio.

—Y listo —dejó de escuchar el corazón de la bebé—, todo está en orden con ella, si hay una evidente desnutrición, pero nada que una buena dieta no arregle, es una bebé muy fuerte —me miró.

—Si, mi sobrina lo es —Laila sonrió.

—Maya tiene cuatro meses, me gustaría ver su evolución mensual, ¿concertamos una cita para el próximo mes?

—Claro —susurré.

—Por supuesto doctor, se lo agradeceremos mucho —Laila cargo a la bebé.

—Muy bien.

Ambos regresaron al escritorio, el médico comenzó a escribir algo en una hoja, mientras la bebé tanteaba las cosas que había en el escritorio, ella me miró con los ojos bien abiertos y una sonrisa en los labios soltando balbuceos. El médico iba a explicar algo, Lila me dio a la bebé, muy a fuerzas la senté en mi rodilla izquierda, ella no dejaba de mirarme aún con esa sonrisa, era como si me quisiera decir algo.

Estoy en tu vida y no puedes hacer nada para cambiarlo.

No note cuando el médico dejó de hablar hasta que Lila se ponía de pie despidiéndose del doctor, hice lo mismo y salimos del cursi consultorio.

—Bien hecho, al menos no saliste corriendo —Lila se burló.

—Cállate —le pase a la bebé—. Ten y dame eso. Iré a pagar, te veo afuera.

Le quité los papeles que él médico le dio y fui con la recepcionista, pague la cuenta de la cita, programaron la del siguiente mes y pase por la farmacia del lugar para comprar las vitaminas y todo lo que él médico ese mando. Regrese al auto, Lila ya estaba dentro jugando con la bebé, me metí en el asiento delantero y lance las cosas a la parte trasera.

—Vendrás el próximo mes.

—¿Por qué? —suspiré.

—Porque tienes que ser un padre.

—¿Por qué no quieres entender que no quiero ser padre de esa niña ni de nadie más?

—¿Cual es tu problema? —pego a la bebé a su pecho, la cual parecía verme molesta también.

Genial, ahora también la bebé se molesta conmigo.

—Escucha, Lila, el que la maternidad resultara ser sorprendentemente algo bueno en ti, no quiere decir que lo sea para todo el mundo, ¿de acuerdo? No está en mis planes engendrar ni cuidar niños.

—Ya está aquí, inténtalo.

—Está aquí por ti, nada más —ambas me miraban en silencio, suspiré—. Si quieres cuidar de la bebé como tu hija, hazlo, que te llame mamá, estoy seguro que Diego estará de acuerdo, pero no intentes convertirme en algo que no soy.

Arranque el auto dando por zanjado el tema, el camino de regreso fue silencioso, incluso la bebé se quedó quieta con la mirada en la ventana. Al llegar, solo vi a TN leyendo en la estancia, Lila la ignoró por completo y subió con la bebé las escaleras.

Mi nuevo mundo || CH [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora