18. El inicio de todo

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18. El inicio de todo.

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TN Boscawen.

Cerré mis ojos mientras ajustaba mi agarre a Maya cuando vi que Cinco se lanzaría para detenernos, sentí una sacudida de apenas tres segundos y un clima distinto. Abrí mis ojos notando qué ya no estábamos en la Academia.

—Dulce hogar —la Encargada suspiro dejando el maletín en el suelo—. ¿Te apetece un trago?

—¿Qué harás con Maya?

—No morirá, si eso te preocupa —rió mirándome.

—¿Entonces?

—¿Quieres una hija? —se burló—. Haremos lo mismo que su madre, alguien podrá adoptarla.

Maya comenzó a llorar y a retorcerse entre mis brazos, la encargada cerró los ojos con fastidio.

—Arriba hay una cama para ella, sacala de mi vista —asentí y antes de irme, me detuvo—. Lo hiciste bien, querida. Pronto tendrás tu recompensa.

Asentí de nuevo y di la vuelta para ir a las escaleras. Las cosas que había en la casa me hacían pensar que eran de algún año de la década de los setenta. Subí al segundo piso donde encontré cuatro puertas, mi instinto me guió a la del fondo de la izquierda, no me equivoque, en el centro de la habitación había una cuna algo vieja pero en buen estado. Arrulle un poco a Maya y por fin la recoste cuando dejo de llorar, la observe cómo de a poco volvía a dormir.

—Perdoname, no es personal —suspiré—. Lo siento Maya.


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Tres años antes

1 de Agosto de 1955

Eran ya diez días desdé la muerte de Mateo, han sido días difíciles y me ha costado no terminar llorando en mi cama todos los días. Cinco no está mucho mejor, la muerte de nuestro hijo no ha sido un sentimiento fácil de llevar, además la edad no es de mucha ayuda en estos casos.

Cinco se ha portado más distante, lo he descubierto muchas veces bebiendo una botella entera de coñac y no quiere escucharme cuando le pido que pare. Él no ha dejado de trabajar, toma misión tras misión, sin parar; en cambio yo, no he pisado la comisión ni una sola vez. He recibido notas de Herb o de Doris tratando de saber algo de mí, pero ni siquiera las miro, las tiro directo al bote de basura. Me siento vacía y sin ánimos de absolutamente nada.

—¿Otra vez, Aporía?

—¿Otra vez, Cinco?

Gire a verlo, tenía un vaso con hielo y lo que sabía bien que era coñac, esta era nuestra rutina, él bebía y yo me encerraba todo el tiempo en la que debía ser la habitación de Mateo.

—Tienes que dejar de entrar aquí.

—Tu tendrías que dejar de beber.

—Mi hijo murió.

—¿En serio? No me digas —me crucé de brazos con ganas de llorar—. Ya me di cuenta que perdi a nuestro bebé.

—Aporía...

—Vete a seguir bebiendo y déjame tranquila, tú lidias tu dolor con el alcohol, yo lo lideo viniendo aquí.

Me gire dándole la espalda antes de que la conversación siguiera y terminaramos discutiendo como estos últimos días. El alcohol lo hacía ponerse gruñón. Pensé que se iría, pero me di cuenta que estaba equivocada cuando escuché un sollozo de su parte, volví a mirar y me sorprendí al ver las lágrimas cayendo por sus mejillas.

Mi nuevo mundo || CH [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora