❝𝑵𝒖𝒆𝒔𝒕𝒓𝒂 𝑷𝒓𝒐𝒎𝒆𝒔𝒂❞ [𝘔𝘰𝘯𝘬𝘦𝘺 𝘋. 𝘓𝘶𝘧𝘧𝘺 𝘺 𝘵𝘶́]

022

¡Una aventura en el país de la arena!
¡Un divertido pero caluroso viaje por el desierto!

El viento soplaba con delicadeza, el olor a las deliciosas bebidas hechas por Sanji llenaba el aire y las risas eran lo único que se escuchaba en el bote, creando un ambiente divertido para todos.

—¡Hola! ¡Soy el capitán onigiri-Usopp! ¿Quién eres tú? ¿Una diosa de las cartas? —preguntó Usopp, jugando con ______ y Luffy.

—Soy la diosa de las cartas y puedo concederte tres deseos —dijo la apostadora con un onigiri que tenía algo característico de ella—. Pero tienes que vencer a mi guardián.

—¡Me llamo hombre de comida! —exclamó Luffy con su gran bola de arroz.

Ambos fueron golpeados por la sartén de Sanji, y _____ solo aceptó que el cocinero le diera un beso en la frente como castigo.

—¡No jueguen con la comida! Si ustedes dos tienen tanto tiempo libre, ¡pónganse a lavar los platos! ¡Rayos! Tengo que terminar de preparar los almuerzos antes de que crucemos el río.

—¿Quieres que te ayude?

—No, eres un invitado en este barco. Vamos, relájate —dijo él, mirando a _____, quien parecía estar aguantando la risa—. ¡¿Ah?! ¡¡No limpien los platos en el balde!! ¡Cielos...!

—Acabo de encontrar la forma de refrescarme —murmuró la joven mientras sus cartas se movían como un abanico, dándole el aire que necesitaba y sintiéndose más relajada.

—¡Yo también quiero! —dijo Luffy, sentándose a su lado muy cerca para recibir el aire.

—¡Igual yo! —se animó Usopp, dejando ver la cocina con varias cartas dándoles aire a todos, tanto al trío como a Ace y a Sanji.

Haciendo una parada para que Karoo se alistara para entregar una carta al Rey, Ace, junto a Zoro y la apostadora, se quedaron en el barco observando desde arriba.

—Sabía que Crocodile estaba en este reino... —Ace hizo una pausa—. ¿Un pirata queriendo tomar un reino? Parece un mal chiste. ¿Un pirata echando el ancla y estableciéndose ahí? No creo que esté intentando tomar el trono.

—Ahora que lo mencionas —murmuró _____, observándolo—. Debe haber algo más grande detrás de todo esto; es raro que no lo haya pensado antes.

—De igual forma, puedes relajarte por ahora —dijo Ace, mirándola con una sonrisa—. ¿Te gustaría contar mis pecas?

Ella, sin dudarlo, asintió y luego fueron a sentarse en las escaleras para charlar y, al mismo tiempo, contar cada una de las pecas en su rostro. Eran como dos niños pequeños que se hicieron amigos y ahora eran inseparables.

Al llegar a su destino, Nami le entregó una tela a su amiga para que se la colocara a Luffy junto a su sombrero, con la intención de que evitara quemarse. Así que él se la colocó con cuidado mientras su cercano lucía emocionado.

Con un pequeño inconveniente, unas extrañas tortugas interrumpieron su camino, y el Sombrero de Paja golpeó a una de ellas, noqueándola.

—¡Gané! —Al notar cómo el animal se inclinaba ante Luffy, este se confundió.

—El código de los Kung-fu dugongs es que deben convertirse en discípulos de quien los derrota.

—Son artistas marciales —opinó Zoro.

—¡Bien! ¡Síganme! ¡Asuman la postura! ¡Hagan esto! —Todos obedecieron—. ¡Desde esa posición hagan esto! ¡Eso, así!

Cada uno fue bajando del barco, ya sea por medio de la escalera o dando un salto, y entre la segunda opción estaba _____, quien se subió al borde del barco y saltó para luego ver lo que estaba haciendo su enamorado.