31.

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Wanda.

—¡Corre! — gritó Stephen mientras yo avanzaba tratando de ignorar las provocaciones del equipo Sueco.

Lancé el balón a Gwen quién se me adelantó hasta la portería. Llegué a su costado, pateó hasta mí, sonreí un poco, veía la oportunidad y la aproveché marcando un gol.

El tercero en este partido.

El sonido del silbato cortando el partido me permitió soltar un poco la presión en mis musculos, levanté mi camiseta para secarme el sudor del rostro, pasé cerca de una de las cámaras y sonreí. Junto a Stephen estaba mi tío, corrí hasta él y me abrazó.

—Excelente partido, preciosa.

—Gran trabajo, Wanda. — me felicitó Stephen. Asentí.

—Princesa. — oí un grito, levanté la mirada y me cayó agua sobre el cuerpo. No alcancé a ver su rostro, pero sabía que era ella.

Es una hija de puta.

—Gran trabajo. — sonrió mi hermano.

—¡¿Pietro?! ¡¿Qué haces aquí?! ¡¿Cómo subiste allí?! — pregunté espantada.

Natasha apareció junto al rostro de Pietro.

—Estaba solito en casa de tus padres. Además, mi vuelo desde Boston tardó menos, alcanzamos unos boletos... — sonrió.

—¡Wanda, un autógrafo, por favor! — gritó un hombre mientras enseñaba a su pequeño. — ¡Hemos venido desde lejos!

—Dame un segundo y estoy con ustedes. — dije observando hacía arriba.

—Ve, ya subo yo a ayudarlos. — dijo Charles.

Asentí y avancé hasta el hombre que tenía un abrigo largo cubriendo su camiseta del equipo.

—Somos grandes admiradores. Tom y Timothy. Son mis hijos. — comentó. Asentí mientras firmaba el balón del pequeño. — Tim está en el hospital, no pudo venir.

—¿Qué tiene? — pregunté.

—Suele enfermarse mucho, es por las alergias, es alérgico a muchas cosas. — dijo afligido. — pero sé que estará feliz con esto. — señaló el balón.

—¿Le gusta jugar?

—No, no puede... Pero podrá verlo, y tenerlo en sus manos.

Suspiré.

Tal vez aquello podría tener algo que llegase provocar otro ataque, debido a la alergia.

—¿Qué le parece si hablas con mi representante y les envío algo autografiado que no pueda lastimarlo? — pregunté y el padre asintió emocionado. — de acuerdo, ¿tiene para anotar?

—S–sí, sí, ya voy. — me entregó su móvil y yo escribí el número de Alex. — Oh, Dios. Muchas gracias, de verdad, muchas gracias.

—No hay de qué. Gracias a ti por traer al pequeño. — sonreí observando al niño quien no dejaba de abrazar su balón. — adiós, amigo.

El pequeño me sonrió. Caminé lejos unos metros de la barandilla de los asientos y vi a Natasha caer en la cancha.

Pegué un chillido.

—¡Nat! ¡¿Estás bien?!

Ella me observó fijamente y pude ver a Pietro reír con fuerza.

—Tienes razón... era demasiado alto. — susurró. Charles tomó a Pietro y los vi alejarse. Extendí mi mano a la pelirroja. — dame un segundo para respirar y ver si no me he roto nada.

Offside love. [Wandanat]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora