Nadie les dijo que ser padres iba a ser difícil pero aún así estaban feliz con la familia que habían formado y lucharán por las sonrisas de sus hijos.
Distintos relatos sobre estos héroes junto a sus hijos.
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—¡¿Y que mierda quieres que haga?!
—¡Quiero que busques un maldito empleo! ¡No puedo ser la única que traiga dinero a esta casa!
Touya estaba encerrado en su cuarto, ya era la quinta vez que escuchaba a sus padres gritar y pelear por el tema de la casa.
—¡Si tan solo no hubieras tenido a ese maldito cachorro, nuestras vidas hubieran sido más fácil!
—¡No me vengas a echar la culpa a mi idiota! ¡Tu eras el que no se sabe poner un puto condón y tú estúpida familia católica que no me dejó abortar! ¡Esto no estaría pasando si la perra de tu hermana no se hubiera quedado con toda la herencia!
—¡Pues, te dije para ir a matarla y tú te negaste así que trae dinero a esta puta casa que es tu culpa de igual forma!
Cansado de escuchar los mismos gritos de siempre, sale de su casa y camina en dirección al parque, no le gustaba aquel lugar pero no le quedaba de otra si quería salir de aquel lugar.
Lo niños eran muy crueles y a veces se cansa de estar peleando por lo mismo todos los días cada vez que sale.
Ve a los mismos niños de siempre, los nota riendo y burlándose de un niño con ropa rota y porque no traía zapatos.
—¡¿Que creen que hacen?!--- Touya se acercó corriendo listo para quemarlos pero los niños fueron más rápido y salieron corriendo.--- Malditos tontos, se creen lo mejor solo por tener dinero.--- Touya observó al niño que no dejaba de llorar.--- Tranquilo, ya no llores. Soy Touya ¿Y tú?
—S-Soy Keigo.
—¡Vamos a jugar juntos Touya! A quien le importa esos niños molestos, vayamos, nosotros nos divertiremos aún más.
Esa fue su primera vez jugando con un niño y se había divertido como nunca antes en la vida, Keigo era muy divertido y se habían prometido verse al otro día pero por alguna extraña razón, que él no comprendió, sus papás no lo dejaban salir de casa.
[•••]
Habían pasado tres meses desde que no podía salir de casa y sus papás no dejaban la casa, le llenaban de comida pero a la vez lo obligaban a hacer ejercicio para que no engordará y el no comprendía lo que sucedía.
Hasta que un día llegó un señor extraño.
—¿Dónde está el niño?
—Esta en la sala, hicimos todo lo que dijiste, ahora paganos.
El hombre dejo un maletín con dinero al señor y tomo a Touya del brazo, él no entendía lo que estaba sucediendo.
