𝗦𝗔𝗟𝗩𝗔𝗧𝗜𝗢𝗡┃CARL GRIMES.

FINAL ALTERNATIVO.

FINAL ALTERNATIVO.
❝ EN OTRA VIDA... ❞

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' Jamás me había detenido a pensar en la forma en la que iba a morir, pero hacerlo en lugar de alguien a quién amo, sería una buena forma... '

Bip, Bip, Bip...

El incesante sonido de las máquinas que monitoreaban mi pulso me empujaron cada vez más fuera de mi sueño. Enseguida estuve despierta, y parpadeando para acomodar mi visión a la luminidad de la habitación que me resguardó durante mi reposo. Me sentía adormecida, pero consciente de la aguja dentro de la piel de mi brazo. Además del respirador ajustado a mis fosas nasales. Intenté moverme fuera de la cama pero me resultó en vano, estaba demasiado quieta al parecer desde hace mucho.
Gracias a la luz a través de la ventana, pude adivinar que era de mañana. Me habría gustado saber la hora, al menos el día o tener alguna memoria concreta.
En mi mente, todos los recuerdos eran blancos.

De repente, hubo una presión. Calidez en mi mano derecha.

Carl dormitaba a mi lado, en una silla plástica incómoda de sólo verla. Al parecer provoque el movimiento suficiente para que él aferrará los dedos justo alrededor de mi muñeca, y de esa manera mantenerme cerca. Tenía un lado del rostro recostado en mi camilla, unos mechones de cabello castaño coloreando las sábanas blanca. Los suspiros que exhalaba por los labios me hacían pensar que descansaba profundamente, y quizá como no lo había hecho hacía tiempo. Confirmé el hecho cuando balbuceó en sueños, y capté mi nombre en su murmullo.

Lo siguiente que escuché, fue la puerta. Un segundo después, Rosita cruzaba a través de ella con una bandeja de desayuno en el brazo. El sonido despertó a Carl de su ensoñación, y los dos me acompañaron durante la comida más importante del día.

Al parecer, vivía en la misma rutina desde hace tal vez dos semanas. Sin embargo, en mi mente, era la primera vez que volvía a abrir los ojos desde la noche en la que casi muero.

La muerte, me provocaba una sensación agridulce en la boca del estómago. Extrañaba a mi familia, quería estar con ellos. Pero también sabía que amaba a Carl, y que quería estar con él durante lo que me restase de vida. Él era mi lugar, en donde pertenecía.

Después, habíamos salido a caminar para desprender los nudos en mis piernas. Aunque arrastraba los pies en la acera, se sentía agradable la brisa en mi rostro y el sol picando mi piel pálida.

En cuánto llegamos, Carl cruzó un brazo por mi espalda para ayudarme a quedar de rodillas sobre la tierra seca. Había llevado flores, pero me sorprendió ver otras frescas sobre las lápidas.

⏤Daryl las pone todos los días.⏤

Carl aclaró mis dudas incluso antes que pudiera preguntarle.
No entendí en qué momento, pero de repente estaba llorando en contra de mi voluntad. No parecía un signo de debilidad, pero después de tanto tiempo, que aún me afectará al punto de sollozar con una mano sobre mis labios para evitar ser oída, me parecía abrumador. Era como si la herida nunca acabará por cicatrizar. Abierta, semi abierta, pero jamás cerrada. Inhalé en busca de oxígeno dentro de mis pulmones, y disuadí cualquier memoria tormentosa dentro de mi cabeza con el recuerdo de las caricias de mi madre sobre mi cabello, peinándolo.

Sabía que se habían ido, pero también sabía que podía vivir la vida que ellos hubieran querido para mí. Sabía que aún estaban cerca.

Y quizás, estaban orgullosos.

Carl me consoló hasta que ya no me quedaron más lágrimas para derramar sobre su camisa.
Alrededor de sus brazos, pude sentir una serenidad que calló los demonios en mi cabeza, y resguardó mi frágil alma de los peligros fuera de los muros, o fuera de él. Gocé cada segundo y recuperar la tranquilidad fue sencillo envuelta en él. Cuando recuperé la fuerza, me sostuvo de las manos para ayudarme a ponerme de vuelta en pie.

Estábamos caminando de vuelta a la calle principal, cuando Carl se detuvo en frente mío con una expresión bastante seria en el rostro. Atrapó mis manos entre las suyas, y pasó el pulgar por encima de mi piel. Escuchaba su respiración encima del viento, y los pájaros en las copas de los árboles. No se atrevía a verme de frente, y empezó a preocuparme cuando su silencio se prolongó.

⏤Alguna... ¿Alguna vez has pensado en el matrimonio?⏤

Esperé algunos segundos por una reacción graciosa por su parte, alguna forma de saber que bromeaba pero eso jamás sucedió. Al contrario, la que se rió fui yo. Quizás por los nervios, eso explicaría mi impulso, y mis manos sudorosas. Mi corazón galopante, y el vómito que se atoraba en mi garganta seca. Por su parte, él no tuvo ningún otra mueca. Sólo su mirada de océano puesta sobre mí.

⏤No exactamente a mis dieciséis.⏤ respondí de vuelta.

⏤Yo... sólo he pensado en que nuestro tiempo juntos es tan... breve. Tan desafortunado, y tan frágil que no quiero continuar sobreviviendo sin que seas tú el amor de mi vida, y quiero hacerlo bien.⏤

Estaba tragando saliva sin otro remedio. Por esa vez, la que se había quedado muda era yo. Lo miraba, y sabía que él esperaba una respuesta, pero nada salía de mi boca. Parpadeé, quizás una forma de verificar que lo que sucedía era verdadero. No una alucinación por los calmantes, no el sueño en el que me sumía después de ingerirlos, ni mucho menos una realidad alterna de algo que jamás había pasado.
Sabía que quería decirle que sí, al matrimonio y al compromiso de ser suya durante el tiempo que estuviera viva. Decir que sí a ser su esposa, su compañera y su amiga para siempre. Estar juntos, en la salud y también en la enfermedad. En la pobreza, y en la riqueza. Ver el mundo vivir o morir. Porque si se trataba de Carl Grimes, el planeta tierra se volvía un espacio precioso, aún en el apocalipsis.

Como si no fuera suficiente la presión, por el rabillo del ojo pude ver a Daryl acercarse a trotes detrás de Carl. Casi se me olvidó lo que acontecía, la sonrisa empezó a extenderse por mis labios.

⏤Suerte diciéndoselo a papá.⏤

Definitivamente, no me cabían dudas, este era el lugar donde debía estar.