𝗦𝗔𝗟𝗩𝗔𝗧𝗜𝗢𝗡┃CARL GRIMES.

26; ❝ SALVATION. ❞

CAPÍTULO VEINTISÉIS;
❝ SALVACIÓN. ❞

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Carl Grimes estaba convencido de que el plan saldría al pie de la letra. Iban a arribar en Hilltop, en dónde atenderían a la salud de Maggie como era debido. Allí, se iba a recuperar, y volverían todos a casa. Él regresaría a casa, a su hogar con Rachel Anderson.
Pero nunca habría imaginado lo equivocado que estaba, lo errado y mal que estaba de la cabeza.
Después de todo, el plan ideado para evitar a los salvadores fue en vano. Porque, lo que habían hecho para evitar la presencia de los enemigos había sido en vano y una pérdida total de tiempo.

Ahora, en ese instante de su vida que no había sido muy larga, se encontraba de rodillas. En plena oscuridad de la noche, y con las rocas raspando su piel, rodeado de Salvadores, y con cantidad de armas que apuntaban hacía su posición en caso de intentar una tontería qué, no solo pondría su vida en riesgo si no la de toda su gente.

Que ingenuo había sido pensar que podría evitar una muerte, tal como se lo había prometido a su padre, porque claramente era lo que pasaría. Uno de ellos, iba a pagar por la vasija rota de todos.
No había podido evitar cantidad de muertes, de las personas que convivieron a su alrededor. Ni siquiera pudo evitar la de madre, y aquella ocasión no iba a ser la excepción.

Por primera vez, las piernas le temblaron, e incluso flaqueó con pánico cuando aquella gente se reunió alrededor de su eje, hasta formar un círculo que lo dejaba sin salida. Conforme ese silbido descoordinado se reunía en su conducto auditivo, hasta darle un dolor de cabeza que no paró ni siquiera cuando acabaron el sonido que llenó cada ángulo del frondoso bosque.
Simplemente, dirigió la mirada a su padre. Buscando algún tipo de señal que detonara la guerra para su defensa, y de su familia.

Sin embargo, aquel gesto nunca llegó. En su lugar, sostuvo una mirada que enseñaba su faceta más vulnerable. Ese aspecto de cansancio, rendición, desvalidez. No se lo esperaba. ¡Hablaban de el gran Rick Grimes! Aquel que no se doblegaba ante nada, y sin importar la adversidad, siempre lograba quedarse a la altura. Lo había demostrado, cuando en su último aliento acabó con la vida de El Gobernador. Cuando esos bandidos de la carretera llegaron en busca de pertenencias ajenas y la vida de los dueños, pero lo que consiguieron fue sangre. Su propia sangre. Cuando Terminus amenazó su vida, y la del resto. Del mismo modo con aquellos que lograron sobrevivir al caos, pero acabando peor que el resto.
Ante cada situación, Rick había demostrado su fortaleza. Y sin importar el grado que tuviera su violencia, él haría todo por que su familia estuviera a salvo.

Pero ya no más.

Rachel Anderson se le cruzó por la cabeza. Su cabello rizado y de oro. Su mirada celeste como el mismísimo cielo de verano. Sus uñas, largas y refinadas que le relajaban en cuánto las mismas acariciaban las hebras del pelo castaño en su cabeza. El sonido de su carcajada parecido a una melodía de sintonía perfecta. Su sonrisa, con dientes blancos, y perfectamente derechos. Su nariz, y como la misma se solía arrugar cuando se enfadaba. Su tacto que le detenía el corazón, para después llenar el mismo de felicidad.