27; ❝ EPÍLOGO. ❞

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CAPÍTULO VEINTISIETE;
EPÍLOGO. ❞

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Dolor.
No existe una manera específica de explicar ese intenso dolor que se siente cuando se pierde a un ser amado. Tendría que haber un modo para aliviar el pesar de los hombros, el fuego sofocante que llena el pecho, y la nostalgia que se vuelve nuestra sombra, y aún así, todos sabemos nuestra sola salvación es el tiempo. Nuestra existencia depende de él, pero ni siquiera completamente, ya que la herida jamás sanará en su totalidad. Abierta, medio abierta, pero jamás cerrada. Ni hablar de aquel vacío que habita sobre el pecho, el alma, y el corazón. Por no decir, en nuestra vida entera, que no vuelve a ser lo mismo. Y es que, algo falta. Alguien falta.

Daryl Dixon no había sintió tanto dolor desde el fallecimiento de su hermano, Merle. Nuevamente, tenía esa sensación de ahogo en el pecho, de la que sabía que no iba a recomponerse. Creían que él ya no lloraba, se había vuelto demasiado frío como para hacer tal cosa, pero la realidad, era que Daryl visitaba constantemente el cementerio, y durante la noche, desvanecía su persona en el mar de llanto creado por sus opacos ojos de océano. Rodeado de su soledad, porque ni siquiera tenía Rosita consigo. Aquella relación acabó unos meses después de la muerte de la pequeña de rizos dorados. El sepulcral silencio en el hogar, la falta de carcajadas, y la falta de compañía, acabó con su paciencia. A cambio, inició la pelea constante de situaciones insignificantes. Desde un traste sucio, hasta la ausencia de él, en la casa. Rosita también buscaba la compasión de su pareja.

Por otro lado, el grupo yacía más que agradecido por haber sido salvados de su destino mortal, y gracias a aquella adolescente de sonrisa, y alma deslumbrante. Si bien, la noticia había golpeado a sus corazones, como si un golpe en el estómago se tratase. Sin aire, y aquel dolor insoportable.
Después de todo, habían visto a la pequeña crecer, rodeada de desgracia, abuso, y humillación, que cuándo pareció que al fin la felicidad llegó, no disfrutó más allá. No merecía ese final.

La pareja de casados, Glenn y Maggie apenas supieron que el fruto de su amor, cargado en el abultado vientre de la mujer, iba a ser una niña, no dudaron en bautizarla con el nombre de; "Rachel Beth Rhee."

Y así, todos vivían sus dolores. Tratando de cargarlos sobre sus hombros, pero nunca llegando a equilibrarse correctamente.

»Si me querías,
¿Porque me dejaste?«

⏤Estás muerta ahora.⏤ susurró casi con asco. ⏤Eso te vuelve en una maldita mentirosa. Pero tranquila, no es tu culpa. Aunque no es la culpa de nadie. Pero, si buscamos un culpable, soy yo.⏤ una sonrisa se esbozó desde su boca sin una pisca de gracia por la situación. Su voz detonó esa cantidad de odio que acumulaba en su anatomía. Todo en él se había vuelto oscuro, sin salida y un caso perdido. Como si él que hubiera fallecido aquella noche de penumbra, hubiera sido él. Y es que, él ya yacía muerto. En mente, y alma. ⏤Debí saberlo, Rachel.⏤

𝗦𝗔𝗟𝗩𝗔𝗧𝗜𝗢𝗡┃CARL GRIMES.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora