IX

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Covent Garden, abril de 1844

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Covent Garden, abril de 1844

Tras la Pascua la alta sociedad inglesa volvía a reunirse. Aquel año, el evento que siguió al baile de apertura de temporada de Lady Pemberton fue una sesión en la ópera en la Real Opera House, de Covent Garden. Las entradas no eran baratas, y aún así los palcos siempre se llenaban de grandes personalidades como duques, condes, marqueses, y todo aquel cuyo bolsillo pudiera costearlo. En la platea siempre se encontraban asientos para los bolsillos ligeramente más vulnerables, que no por ello no pudientes, pues, además de la entrada, era de obligado cumplimiento lucir las mejores galas para la ocasión.

Se podría decir que la ópera en sí era lo de menos, puesto que, realmente, la intención de toda reunión pública era siempre ver y ser visto. Y cuanto más ostentoso, más atención se recibía. Y en aquella época, eso era bueno.

Aunque hacía dos semanas del baile de Lady Pemberton, aún había cuchicheos al respecto. Lady Huxley había hecho correr el rumor —o bien podía no haber sido un rumor en absoluto, pero Lady Huxley era propensa a adornar la verdad— de que dos tortolitos habían sido descubiertos en una de las terrazas de la residencia de Mayfair de los Pemberton, manteniendo un contacto físico muy estrecho. Lamentablemente para Lady Huxley no había sido capaz de ver quiénes habían sido los dos jóvenes apasionados, y el rumor corría de boca en boca, pero sin poder dar nombres.

—Me encantaría saber quiénes eran simplemente para darles una lección de decoro en público —decía mientras se abanicaba con un abanico de plumas negras—. Aunque estoy segura de que de aquí a un mes se anunciará una boda de improviso con menos de una semana de antelación. Y todos sabemos lo que eso supone...

Y si esas palabras llegaron a los oídos de los jóvenes amantes, no dieron señales de culpabilidad. Ni tampoco se produjo ninguna boda antes de mayo, para desgracia de Lady Huxley.

Las mellizas Littlewitton acudieron a la ópera acompañadas de sus padres, su abuela y de su hermano. Habían adquirido entradas para un palco cerca del escenario. En frente de ellos, en el palco contrario, se situaban Lady Elvina y su madre, acompañadas de Lady Milton. Cuando tomaron asiento, Lady Elvina miró hacia el frente, donde se cruzó con la mirada de Víctor Littlewitton. Él, inclinó la cabeza y ella le dedicó una fugaz sonrisa desde la distancia.

En los primeros asientos de la platea se encontraba míster Brompton, que contempló la escena disimuladamente. A su lado, míster Eaton miraba a Lady Clarisse, con aire soñador. Sin embargo, ella estaba escrutando interesadamente el decorado del escenario, y no prestó atención a las miradas del joven. Se oyeron pasos tras la cortina de terciopelo morada que separaba el palco de los Littlewitton del pasillo. Alguien apartó la cortina y asomó la cabeza.

—Buenas noches, Lord y Lady Norfolk —saludó sir George, respetuosamente.

—Oh, Alteza. Qué alegría verle aquí. Creía que estaba en Hannover —dijo la condesa.

Belgravia [Libro I] - Escandaloso Debut 🩷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora