Es por todo el mundo conocido que lo peor de los rumores es que se extienden como la pólvora. Y lo peor de las personas es que se alimentan de los rumores.
Tan sólo tres días después de la fiesta de Lady Handville todo Londres sabía ya lo que había ocurrido con la joven debutante amadrinada por Lady Milton. Si bien es cierto que las versiones se habían ido alterando y adornando por el sucesivo paso de una boca a otra, y para el momento en el que llegó a Lady Huxley se comenzó a decir que a la muchacha se la había pillado in fraganti pero que el varón había conseguido huir entre las sombras. Lady Handville no se mostraba en absoluto complacida tras lo ocurrido, pues el chisme había opacado el objetivo principal de su fiesta, y nadie hablaba en particular ni de ella ni de su recién comprometida hija.
En la residencia de Lady Milton reinaba un silencio sepulcral. El día que la noticia llegó a oídos de Lady Bridgewater todo Mayfair se enteró de que la culpa era de la anfitriona por no haber vigilado bien a la joven promesa. Y después de gritar a Lady Milton había procedido a gritar a Lady Elvina, por ser una inconsciente y una verdulera que se había dejado utilizar. Lo menos hiriente que le había dicho a su hija es que ni siquiera era ahora mejor que las mujeres que trabajaban en Whitechapel, y que ya podía besar por donde Lady Milton pisase por no haberlas mandado a las dos a la calle. Y a partir de ese momento no se había vuelto a escuchar nada.
En base al silencio sepulcral que reinaba de nuevo en la residencia, los chismosos habían determinado que o a Lady Bridgewater le había dado un ataque, o que habían hecho las maletas y habían regresado a York.
Por supuesto que nadie había ido a visitar a la joven, ni tampoco a su anfitriona, pues no querían verse atrapados en semejante embrollo. Ni siquiera la curiosidad tiraba tanto de la alta sociedad londinense para perder su buena reputación de esa manera.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad, Lady Elvina permanecía aún en Mayfair, si bien, lejos de su madre. Se había encerrado en el cuarto donde se estaba hospedando y no había dicho ni una sola palabra. Ni siquiera cuando su madre la abroncaba, ni cuando Lady Milton, calmadamente se sentó a su lado en la cama y le preguntó quién había sido el joven que la había arruinado. Lady Elvina pretendía llevarse consigo a la tumba el secreto si hacía falta.
No es que particularmente sintiera la necesidad de no revelar nada. Tampoco había entendido ni la mitad de la divagación de su madre y sus plegarias de «por favor, señor, haz que no esté embarazada», por lo que realmente tampoco sabía qué alegar. Lo único en lo que podía pensar era, en que, si realmente se encontraba encinta y tenía una niña, jamás la iba a permitir avanzar por el mundo a ciegas como había tenido que hacer ella. Culpaba a su madre por haberla prevenido tan sólo a medias del peligro. Tenía claro que si a esas alturas de la semana, y después de estar completamente segura de que la noticia habría llegado para entonces a oídos de Víctor Littlewitton, aún no había aparecido por la residencia de Lady Milton a pedir su mano, no iba a hacerlo ahora.
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Belgravia [Libro I] - Escandaloso Debut 🩷
Historical FictionEn la sociedad inglesa de mediados del siglo XIX todavía perduran viejas costumbres que algunos desearían que estuvieran erradicadas por completo. El deber y el honor se plantan cara a cara con el amor en esta novela repleta de giros de la trama que...