[ 𝘈𝘨𝘶𝘫𝘦𝘵𝘢𝘴 // Wenclair ]

Agujetas

Las personas caminaban frente a ella, no les prestó atención.

Estaba sentada en la banca al lado de un letrero mediano que indicaba que era una parada de autobús. Usaba su celular esperando pacientemente a que fueran las 6:00 p.m.

4:00 p.m.

Wednesday no estaba soportando.

Estaba muy incómoda. Cada cierto tiempo las personas se acercaban y se sentaban a su lado, lo cual era normal, pero no por eso de su agrado.

La pantalla en su celular indicaba las 5:00 p.m., la cantidad abrumadora de gente andando frente por los alrededores de la zona había disminuido muy notablemente.

Sabía que a las 5:30 p.m saldrían jóvenes adolescentes en gran cantidad. Así fue. Entre todos los grupos de personas hubo alguien que le llamó la atención. Se trataba de una chica. Su rostro se le hacía familiar por alguna razón, pero al notar los mechones rubios de la jóven descartó aquella opción.

La rubia se encontraba junto al conocido grupo de "populares-desastrosos". Pareció perder el interés y toda su atención se redirigió a su celular en manos.

—¿Esa no es Merlina? Se le ve de lo más normal, ¿por qué será que no asistió a clases?— Dijo Eugene, un chico algo menor que en sí no formaba parte del grupo de "populares-desastrosos" pero se juntaba con ellos de vez en cuando.

—¿Qué importa? Sigue igual de emo, no hay de qué preocuparse.— Respondió Ajax.

—Tal vez se ocupó en la mañana ocultando algún cadáver. — Esta vez fué Xavier, que murmuró riendo.

Ajax y Eugene sonrieron. Pronto los dos se fueron por otro lado, yendo a casa y dejando a Xavier. Ajax vivía más lejos, sí, pero la casa de Eugene quedaba de pasada. Xavier, por su parte, no vivía lejos, sin embargo sí en dirección contraria.

Enid presenció la escena a lo lejos sin decir nada al respecto.

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Pasados 10 minutos ya no se encontraban más estudiantes allí, salvo la misma rubia que Wednesday vió hace rato. Se le notaba muy alegre, hablaba con cualquiera que se encontrara en su camino y sin dudarlo se hacía su amiga, ahora estaba comprando en un quiosco, y lo hizo de nuevo, se hizo amiga de una persona más.

La pelinegra volvió su mirada a su celular, sacando de la mochila que traía consigo unos auriculares, los conectó al dispositivo y seguido de esto, se encontraba sentada con las piernas estiradas, escuchando cualquier canción de Mitski, ocultando su tranquilidad y relajación bajo un rostro totalmente serio y con el seño ligeramente fruncido.

Cerró los ojos por unos momentos, en cuánto los abrió, casi se dispuso a levantarse e irse caminando del lugar en dirección a su hogar, pero ahí estaba la rubia, casi saltando alegremente cerca de la banca para luego sentarse a su lado.

La pelinegra volteó a ver a otro lado, reprimiendo la mueca de incomodidad que se le quería escapar.

Rogaba que la rubia no le dirigiera la palabra.

Sabía que probablemente sí que lo haría, por lo que se levantó, acomodó su chaqueta oscura, miró hacia los lados y se fué caminando derechito a su hogar.

Cuando estuvo un poco lejos giró la cabeza levemente -sin dejar de caminar- logrando ver a la chica y dándose cuenta tras unos segundos de que traía las agujetas sueltas.

Se sorprendió un poco, suspiró y siguió caminando, sin voltear más.

La rubia pensó en que sólo era hora de que la pelinegra se fuera, ¿Ella es la Wednesday de la que hablaban Eugene, Ajax y Xavier?

¿Por qué habrá faltado hoy? Se preguntó ladeando la cabeza.

La acababa de ver irse, por lo que vió, la chica había estado ahí sentada mucho rato. No encontró razones que justificaran el hecho de que no asistió a clases. Luego miró al cielo, y tal cuál la pelinegra, caminó en dirección a su hogar, con su mochila en brazos y una expresión de buenos amigos.

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