⁰⁸

2.2K 240 73
                                    

Los pájaros fuera de aquella especie de mansión, abandonaron los árboles con el paso del tiempo.

Mientras más se asomaba la luna, más se alejaban, dejando el lugar en pura soledad.

Lo cuál hacia que Wednesday disfrutara en demasía el calor y la calidez que Enid le proporcionaba.

Al fin hizo una amiga, y, esta vez, no se arrepentía.

La luz que emanaba la luna atravesaba a ambas chicas, incluyendo también, al resto de jóvenes que se encontraban descansando plácidamente en distintas habitaciones.

La azabache tomó la mano de la rubia, que reposaba en su pecho.

Entrelazó sus dedos con los de Enid.

Luego posicionó las manos de su contraria cerca de su abdomen, aún manteniendo el agarre.

Abrazó el brazo de la rubia.

Y cuándo se dió cuenta que podía despertarla si seguía así, aflojó el agarre.

Giró, dando con el rostro de Enid.

Antes de hacer cualquier locura, hundió su cabeza entre el cuello y el hombro de la rubia.

Llevó su mano al cuello de Enid, acariciando con el pulgar.

Casi podía sentir como ronroneaba.

...


Por suerte, nadie despertó temprano, así que se levantó de la cama por la madrugada, dejando allí a la rubia.

Enid sintió frío luego de esto, buscó con las manos el cuerpo de Wednesday, no lo encontró.

Abrió lentamente uno de sus ojos.

Suspiró pesadamente, volviendo a cerrar el ojo, seguido se sentó de manera algo brusca en la cama.

Estiró los brazos.

Comenzó a caminar, hasta dar con las escaleras, y bajar.

Buscó con la mirada a la pelinegra, siguió caminando.

Finalmente la encontró, en la cocina, bebiendo café.

—Despertaste temprano, Addams.

Wednesday volteó a verla.

—Te mueves demasiado, no me permites dormir bien. — Mentía, Enid dormía cómo un pequeño cachorro recién nacido, con la boca entreabierta, y el cabello desordenado.

—Perdóname.

La azabache arqueó una ceja.

Enid la abrazó tomándola de la cintura, por unos segundos.

Luego se separó de inmediato.

—Sé que de alguna manera, tu cuerpo siempre se mantiene a bajas temperaturas. — Dijo. —Pero por alguna extraña razón, ¡Encuentro una comodidad y.. una "calidez", muy estúpida, en tí! — Explicó.

Alzó los brazos y los agitó en el aire, exagerando.

—Cuándo te abrazé, una sensación que desconozco recorrió todo mi cuerpo. Juraba que podría acostumbrarme a ello por el resto de los tiempos!

Wednesday se preocupó un poco, más que nada, porque Enid pedía perdón por cualquier cosa, era algo irritante.

—Genial, pues procura no acostumbrarte jamás.

[ 𝘈𝘨𝘶𝘫𝘦𝘵𝘢𝘴 // Wenclair ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora