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Enid bebió un pequeño trago del alcohol en sus manos, con los ojos a punto de derramar lágrimas debido al extraño sabor de éste, pero principalmente por Axel y el temor de que algo le pudiera ocurrir.

Entonces Wednesday abrió la puerta, saliendo del baño, solo para encontrarse aquella escena.

—Enid, ¿qué haces? —preguntó preocupada para acercarse a pasos veloces hacia la rubia, que se encontraba sentada en el suelo a un lado de su cama.

—¿Quieres? —le ofreció alcohol.

—¿Es que no puedo dejarte sola por un par de minutos?, deja eso.

La tomó de los hombros para ponerla de pie y sentarla al borde de la cama.

—Recién comienzo a beber, vamos, estaré bien. —intentó convencerla. —Incluso podrías acompañarme.

Wednesday se cuestionaba de dónde la rubia pudo haber sacado la bebida. Pero, tenía que admitir que le tentaba beber también.

Y es que, eran tantos los sentimientos que sentía y no comprendía pero la abrumaban en demasía, quizás, beber podría ayudarla a desahogarse. Después de todo sabe controlarse y ponerse límites, además tarda mucho en embriagarse.

Pese a esto, no iba a ceder, no se lo permitiría. No cuando su prioridad era cuidar a Enid, la chica que, sin esfuerzo alguno, se apoderó de ella y de su corazón.

La rubia aprovechó su distracción para hacer que la pelinegra se sentara a su lado, le entregó un vaso de alcohol mientras ella bebía otro. —Será solo un poco. Quizás nos ayude a dejar de pensar en todos nuestros problemas por un rato. —dejó su vaso sobre la mesita de noche al lado, y andando sobre sus rodillas se acercó a Wednesday por la espalda.

Antes de que se volviera a negar, Enid la abrazó por detrás, envolviendola con sus brazos y recargando su mentón sobre el hombro de Wednesday.

Aquel gesto hizo a la pelinegra sonrojarse notablemente. La rubia susurró cerca de su oído. —Vamos Wends, ¿qué podría pasar si bebemos solo unos minutos?..

Un gemido casi escapa de su boca, gracias al susurro de Enid impactando dulcemente contra su oído. —B-Bien.. —se obligó a acceder inmediatamente, pues de lo contrario aquel vergonzoso sonido iba a conseguir escaparsele.

La rubia sonrió y besó su cuello, para luego separarse y volverse a sentar a su lado, dejando desconcertada a su contraria.

La pelinegra miró hacia el suelo con tal de ocultar su avergonzado rostro.

[...]

Ninguna supo en qué momento, sin embargo ambas bebían de una botella cada una.

—Bien, entonces, responderé solo una vez, no tienes más oportunidades.—explicó la rubia. —¿Cuál es tú pregunta?

—Uh.. no lo sé, déjame pensarlo un rato. —dijo observando el suelo.

Ambas chicas se encontraban de frente, sentadas sobre la cama. Enid sobre las almohadas y Wednesday sobre las sábanas. Rodeadas de una estúpidamente gran y sorprendente cantidad de botellas de alcohol ya vacías.

—¡Ouh!, ¡Tengo una pregunta!

—Soy todo oídos.

Wednesday sonrió muy ligeramente.

—¿Por qué no te atas las agujetas?

Enid ladeó la cabeza. —¿Es enserio? No pienso responder eso. —la sonrisa se esfumó del rostro de la rubia, quien se lanzó a un lado de Wednesday mirando hacia el techo.

[ 𝘈𝘨𝘶𝘫𝘦𝘵𝘢𝘴 // Wenclair ] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora