Amenaza

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Aemond se encontraba en su habitación, anteriormente estaba en la habitación de Helaena, pero sus sobrinos pasarían la tarde con ella así que se retiro para evitar incomodidad. Tuvo contacto visual con Jace, se sentía como si un remolino empezara a remover los antiguos sentimientos y recuerdos, los dos estaban casi paralizados. Solo por Helaena se retiro sin decir una palabra, pero escucho una risa malévola de Luke, ese pequeño había copiado el carácter de Daemon. Aún sintiendo que la culpa fue de él quería por lo menos una disculpa, ese capítulo de sus vidas finalizó con unas cicatrices por la pelea, él había perdido un ojo. Solo Jace estaba absuelto de eso, casi lo había asesinado si no fuera por algo que hizo Aemmyra, lo cual nunca se supo y solo gano un castigo pequeño por interferir con el trabajo de los maestres. Quería disculparse y recibir disculpas, pero no sabía que ansiaba más.

Sintió unos suaves golpes en su puerta y dió el visto bueno para que entrarán, pensaba que sería una criada por la forma de entrar, su familia entraba sin más como si fuera su propia habitación. Pero vio a Aemmyra, temerosa, destruida y con rastros de lágrimas en sus ojos. No la había visto así jamás, solo hace 3 años en este catastrófico día.

-¿Qué sucedió? ¿Te encuentras bien?- Pregunto Aemond, se había parado de inmediato y casi había corrido para ir a atenderla.

-Papá... él lo sabe, lo lamento mucho. Hubiera aguantado más, solo hubiera cerrado la boca y ya pero...demonios.- La princesa oculto su cara entre sus manos, empezaba a sollozar y maldecir su propia existencia.

Aquella imagen solo mostraba que ambos eran jóvenes, sobre todo ella, una niña en un mundo donde se cometen errores para avanzar. Él había sido expuesto a toda clase de cosas muy pequeño, tanto que ya rebajaba su importancia, pero ella era diferente. Una niña intentó comportarse como una adulta y un niño que fue tirado a las locuras de lo perverso solo trataba de mantenerse a flote. Aemmyra era débil en ese mundo, no había medido las consecuencias pero la culpa era de ambos después de todo, simplemente se dejaron llevar por el amor que sentía o la pasión del momento. Aemond entendía las consecuencias pero no media sus límites, entendía lo que pasaba y de cierta forma se sentía responsable, tanta culpa como si fuera un asqueroso abusador cómo su hermano mayor.

-¿Qué es lo que te dijo? Aemmyra necesito que seas fuerte ahora por ti, puedes llorar todo lo que quieras pero debes levantarte para sobrevivir.- La abrazo firmemente, estaba teniendo flashbacks de la boda de Helaena y Aegon, le había dicho lo mismo.

-Debo tomar ese té y esperar a que haga efecto, luego ahí veremos pero...vendra a verte. Aemond, si mi padre amenaza con matarte huye, no juegues al soldadito, él no es un soldado, es un dragón.- Dijo Aemmyra mientras secaba sus lágrimas y regulaba su respiración manualmente, quería recuperar su compostura, la cual se había caído empezando el día.

-¿Me estás subestimando?- No alcanzo a decir una palabra más, ella lo empujó suavemente tratando que entrará en razón.

-No perderé a mi padre, no de nuevo. Tampoco quiero perderte a ti, por lo menos quiero verte con vida, que estés casado con otra y con 8 hijos en un futuro me da absolutamente igual. Deja tu maldito orgullo y tu superioridad a un lado.- Dijo Aemmyra, ya había cambiado el escenario. Llego destrozada y ahora prácticamente lo trataba como un niño, esos cambios de humor probablemente eran típicos en un día de crisis.

-Bien, lo he entendido.- Se alejo para ir a buscar el té, lo habían traído hace poco y ordenó que mandarán a traer a alguien que no existía, por eso no había guardias en el pasillo.- Ten, te puedo dar privacidad o me puedo quedar, tu escoges.

Vio como agarraba el té, estaba temblorosa, espero indicaciones pero prefiero quedarse a su lado pero sin contacto físico, podría alterarla más. La princesa tomó un sorbo generoso del té, hizo una mueca graciosa, probablemente sabía horrible. Al terminarlo lo dejo de lado y fue a abrazar a Aemond, lo apretaba fuertemente. Estuvieron así por un par de minutos hasta que tocaron la puerta, abrieron sin esperar el permiso necesario, era Daemon.

Mar y Fuego | Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora