La noche de bodas fue perfecta para ambos, experimentaron cosas nuevas y añadieron adornos atractivos para el acto, sin duda alguna será una experiencia inolvidable. Aemond aún podría recordar con exactitud el tacto delicado que tenía su esposa al ponerle las cuerdas, concentrada en el manual y en que quedará lo suficientemente apretado fue algo tierno de ver, a veces se llegaba a asomar la punta de su lengua de tanta concentración. Aquellos roces en sus intimidades podrían llegar a catalogarse cómo resbaloso o demasiado mojado, las circunstancias por todas las estimulaciones en la habitación hicieron que lograrán lubricar en exceso de forma natural. Incluso la cama crujiendo fuertemente al punto de romperse en media ronda, fue algo que los excito aún más, sin llegar a pensar en las consecuencias que surgirían al día siguiente. Los recuerdos se volvieron visiones intensas al despertar, la habitación está hecha un desastre, habían jarrones rotos, una pintura se había caído de su sitio, varios muebles fuera de su lugar, la cama rota y las marcas sobre su cuerpo hicieron que se sintiera como un sueño, el alcohol había arruinado en gran parte su memoria. Dirigió su ojo a su esposa quién yacía a su lado, durmiendo plácidamente, verificó su estado y también tenía muchas marcas, entre chupones, rasguños, también lo que deduce ser nalgadas en sus glúteos y parte de sus muslos. Se sentía culpable, no por los actos que pudo haber cometido, si no por no recordar todo con detalle, un desperdicio total el haber consumido esa botella de vino.
-Aemmyra, despierta.- Dijo Aemond mientras la sacudía suavemente, solo obtuvo quejidos y balbuceos de parte de su esposa.
El príncipe solamente optó por taparla con lo que quedaba de sabana limpia y se levantó, recogió un par de objetos rotos y los apartó, temía que su esposa se lastimara con vidrios rotos al no fijarse. Después de un rato ordenando la habitación escucho como tocaban la puerta, se puso la bata que de milagro estaba limpia y fue a abrir.
-Mi príncipe.- Hizo una reverencia una criada de su madre, no sabía su nombre pero la había visto limpiando solamente la habitación de su madre por mucho tiempo.- La reina los invita a usted y a la princesa a almorzar a sus aposentos, también asistirá la princesa Rhaenyra.
-Bien ¿Me haría el favor de traernos ropa y ordenar la habitación mientras comemos? Le sugiero que no sea solo usted.- Se aparto un poco y dejó que la criada se deleitará con la vista.
-Oh por todos los dioses...-Agacho la mirada de inmediato y retrocedió un poco.- Lamentó mi imprudencia, ahora mismo consigo lo que me pidió.
Al cerrar la puerta se le fue un poco la mano, sonó un gran portazo que hizo que su esposa saltará dormida y se despertara. Fue a verla y le ofreció una copa con agua, ella muy adormilada la acepto y tomó de ella, el agua se escurrió por las comisuras.
-Tranquila, hay más agua, toma con cuidado.- Acarició la espalda de Aemmyra y recibió su copa una vez que terminó.
-Tengo adolorido todo el cuerpo, dame cariñito, me siento mal.-Dijo con una actitud muy melosa, abrazando a Aemond por el brazo y restregandose como un gato en busca de cariño.
-Es nuestra culpa cariño, el exceso de anoche dejo la habitación hecha un desastre y a ti con más marcas de las que puedo contar.- Beso suavemente su hombro y se acercó a revisarle el cuello, habían un par de chupones gigantescos y marcas de dientes.
-Vamos a bañarnos por favor, estoy pegajosa y me siento tan extraña...-Se interrumpió a sí misma, notó que su esposo tenía las mismas marcas que ella por todo el cuerpo, sobre todo una gran mordida en el hombro izquierdo.- Dioses, parece que fuiste atacado por perros rabiosos.
-Si te vieras en tu espejo dirías que por osos o salvajes.- Rieron suavemente y se besaron.
La criada anterior había llegado con apoyo, un par iba a arreglarles su baño y otro par estaba cargando con varias prendas, para que sus señores escogieran que vestir. Se metieron a la bañera juntos por comodidad y tiempo, en menos de una hora estaría listo el almuerzo y ellos siquiera estaban limpios. Salieron de la bañera apenas sintieron que se quitaron todos los líquidos de dudosa procedencia del cuerpo, ahora olían a rosas y se sentían livianos. Aemmyra escogió un vestido ajustado de color celeste, tenía ciertos detalles sutiles de olas y para combinar un collar de perlas, se dejó el cabello suelto para ahorrar tiempo. Aemond por su parte escogió un traje azul oscuro y su pelo lo dejo como siempre, una pequeña trenza atrás, muy sencillo.
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Mar y Fuego | Aemond Targaryen
RomanceAvisos antes de leer la historia: • La danza de dragones no va a suceder, por lo tanto tampoco van a usurpar el trono de Rhaenyra. • Pareja con preferencias en la monogamia, no habrán relaciones poli amorosas. • La historia tiene dos protagonistas y...