Deseos ahogados (+18)

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Ya pasadas las 3 semanas de su reencuentro y a unos días del torneo, Aemmyra estaba ansiosa. Deseaba casarse, hacerlo suyo de todas las maneras que a él le gustasen y que él también quisiera hacerla suya con esas ansías. Habían pasado tiempo juntos de todas formas, pero el aire estaba muy tenso para solo hablar de libros y de la situación actual del reino, incluso habían salido a volar juntos, cada uno en sus dragones. Aquella experiencia fue magnífica, de cierta forma la princesa se sintió intimidada por el gran dragón que era Vaghar, su dragón Myrax apenas era un bebé respecto a lo que viven por naturaleza.

Helaena y Jace siguieron en sus especies de terapias de pareja, ambos eran el consejero del otro y eso significaba que se tenían mucha confianza, hasta para contar cosas íntimas. Baela estaba furiosa y triste por eso, aunque la constancia del afecto de Jace iba en aumento simplemente no podía aceptar que estuviera a solas con una mujer bella, era insegura en ese aspecto. Baela era tan apasionada y feroz como Daemon, pero su angustia e inseguridades eran lo que no podía controlar, ella quería a Jace sí, pero por el antecedente de su experimento pensaba que cualquier persona podría arrebatarle todo. Sabía perfectamente que él no la amaba como ella, era triste y cada día trataban de mejorar eso antes del matrimonio, era trabajo de ambos amar y aprender sanamente.

Rhaena y Luke siempre tuvieron una conexión de pequeños, ambos se inspiraban en confianza y tranquilidad. Tal vez no se amaban en la definición tradicional, pero sus almas estaban conectadas y el fuego de ambos se hacía presente cuanto los años pasarán, algún día serian amantes apasionados como otros matrimonios. Luke le encantaba expresar su afecto con contacto físico, Rhaena también pero su expresión más notoria era el de escribir cartas con mensajes cariñosos, también le dejaba rosas aunque era acción estaba acostumbrada a que la hicieran los varones a las damas.

El torneo se iba a celebrar en exactamente 3 días, habían tensiones entre algunos competidores, otros aprovechaban de celebrar antes de posiblemente morir. Ya habían llegado varias familias de casas importantes, casi todas se hospedaban en distintas partes del castillo, algunas optaron por posadas por una extraña razón. Los Lannister, Baratheon, Tyrell, Hightower, Arryn, habían llegado hace poco, habían invadido el castillo con sus escandalosos hijos y felicidad. Eso no irritaba a los príncipes del todo, de hecho solo Aemond se quejaba por eso. Aemmyra estaba contenta pero tenía menos tiempo que darle a Aemond, él no había puesto ni una queja por eso, sabía que eran sus deberes y no iba a interrumpirla.

En la madrugada, cuando los guardias apenas podían mantenerse en pie al estar celebrando generalmente, la princesa pudo escabullirse hasta la habitación de Aemond. Abrió y cerró la puerta sin hacer un ruido, los dioses estaban de su lado, no había crujido nada y nadie se había dado cuenta de su travesura. Se quitó los zapatos suavemente y los dejo cerca de la puerta, avanzo de puntitas para ver a su hombre dormir, se quería burlar de él un poco si dormía gracioso, pero siquiera se escuchaba fuerte su respiración, tenías que estar a un metro para sentirlo. No roncaba, no molestaba con su respiración fuerte y cuando dió la vuelta la cama para verlo estaba perfectamente tapado, no se le veían ni las cejas. Eso la decepciono, pero no se iba a rendir todavía, no se podía burlar de él pero podría disfrutar si él le daba permiso.

-Aemond... cariño despierta.- Dijo suavemente a un par de metros de distancia, si lo despertaba de la nada y bruscamente probablemente le enterraría la daga que tenía debajo de su almohada.

Aemond despertó de golpe, cómo si lo hubieran despertado con un gran susto. Miro a su alrededor y al verla a ella se tranquilizó, la invitó a ir a la cama pero a dormir.

-¿Quieres dormir aquí? Te podría despertar temprano, tengo que entrenar y luego hacer un par de cosas.- Dijo Aemond mientras se restregaba el ojo y hacia palmaditas a su espacio de la cama vacío.

Mar y Fuego | Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora