Velaryon y Hightower

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-Oh por los siete...- La reina estaba estupefacta pero aún así reaccionó rápido después de todo, agarro las manos de Aemmyra fuertemente y le sonrió plácidamente.- Me encantaría tenerte como nuera, he soñado esto por años desde que vosotros no eran más que infantes... Créanme que seré la mujer más feliz si este matrimonio llega a concretarse.

-Tranquila mamá, aún falta que Aemond gane, el lobo tiene garras afiladas y grande dentadura.- Dijo Helaena mientras desenredaba un estambre de lana, empezaba a hacer ropita para bebe de color rosa pastel.

-Cierto, no nos debemos confiar, quizás hasta pueda suceder una tragedia antes del torneo de parte de alguno de los participantes...el fin de alguien es incierto es estos tiempos.- Dijo Aemmyra, se hacia la desentendida del tema, si sospechaban interacciones anteriores con Aemond probablemente podrían cuestionar su virtud. Eso bien pudo haberlo pensado antes pero se dejó llegar por el deleite de la pasión.

-No debes ser tan negativa cariño, pero ciertamente los dioses son muy crueles, deberíamos hacer unas plegarias especial en la cena.- Dijo la reina preocupada mientras pensaba que decir, en eso no se dió cuenta con la pasión que se miraban la pareja de príncipes.

-Si termina siendo la boda de mi hermano simplemente le veré en la ventaja de beber, nadie me puede privar de una celebración especial ¿Cierto querido hermano?- Dijo Aegon mientras esté se acomodaba en el hombro de su hermano menor.

-Si me termino casando te juro que al único que le prohibire el alcohol será a ti, eres inagotable.- Los hermanos se dieron unas palmaditas y uno de ellos se sentó, el otro fue a ver por la ventana.

-Mi madre llegará en unos 15 minutos tal vez, deberíamos bajar a saludar y por supuesto avisarle al rey.- La reina salió de sus pensamientos y se levantó en seguida, el rey no estaba despierto según lo que se intuía de su reacción.

Helaena fue a buscar a sus hijos en compañía de unas criadas, tenía la obligación y el honor de mostrarle a sus hijos a la familia de su hermana mayor. Mientras tanto Aegon tomo un sorbo de vino para entrar en calor y abandono la habitación, solo Aemond y Aemmyra seguían ahí.

Él se acercó, la tomo de su mano para invitarla a levantarse de su asiento y ella acepto el gesto. Se miraban intensamente pero ninguno emitía un solo ruido, ambos tenían miedo y ganas de abalanzarse sobre el otro, pero por razones evidentes no podían hacer lo de anoche nuevamente. Significaba un salto de fe a lo desconocido y atemorizante de un posible embarazo, el té de luna era efectivo pero ella ni siquiera lo había tomado ¿El efecto disminuiría si lo toma muy tarde? Ella no quería un hijo, aún casada necesitaba un par de semanas o meses para asimilarlo.

-Ve a mi habitación después, probablemente lo hayan dejado encima de algun mueble.- Ella asintió ligeramente, se dispuso a irse pero la detuvo el agarre de Aemond.

-¿Qué sucede?- Él soltó su agarre de inmediato, con un gesto la invitó a sentarse, estaba muy indeciso.

-Debemos hablar, no debería existir esta conversación pero me siento en la necesidad de hablar sobre como me siento y como deseo que sucedan ciertas cosas.- Ambos entendían los motivos del porque, así que simplemente se sentaron a escuchar los sentimientos del otro.

-Aemond, entiendo las posibles razones de esto pero no deberíamos estar aquí, es de día y mi madre estar por llegar... Daemon te mataría si se entera que no los fui a saludar por tu pequeña distracción, por lo menos así lo diría él.- Guardo silencio un momento, lo suficiente para saber que no iba a retroceder.

-Quiero que sepas que lo que hicimos no cambia lo que siento por ti, tampoco lo que sería capaz de hacer. Solo podría decirse que estoy más seguro que antes, pero no por el acto sexual como tal, el que me hayas dicho que me amas refuerza mis ganas de vivir. Ahora con un torneo y tú de por medio tengo un motivo el cual luchar, te juro que jamás me dejaré vencer aún si me tiran del caballo...sería capaz de asesinar al bastardo que quiere ganar tu mano.- La última confesión hizo que Aemmyra sintiera un escalofrío, pero intento verle el lado tierno y atento.

Mar y Fuego | Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora