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2007

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— Mierda. — susurraste mientras te mirabas en el espejo. Tocabas suavemente el hielo envuelto en un paño en tus ojos, pero sabías que no serviría de mucho. Estaban hinchados y rojos, y nada podría cambiarlo.

La noche anterior había sido un desastre. Tus amigos se habían peleado, Suguru había desaparecido, tú también habías peleado con otra persona, y luego... No querías pensar más en eso.

De hecho, si no fuera por la reunión previa a los entrenamientos del intercambio, probablemente ni siquiera te habrías levantado de la cama esa mañana.

Pero no podías dejar de pensar en ello, y en él.

Cada poco tiempo, la escena de su habitación volvía a aparecer en tu mente, y el dolor te consumía, seguido de la peor vergüenza que hayas sentido nunca. La vergüenza no venía del momento en que lo interrumpiste ni de lo que viste en su habitación, sino de las emociones que habían despertado en ti. Rabia, asco y un dolor en el estómago que no podías calmar de ninguna manera. Ese dolor tenía un significado, lo sabías muy bien, y era precisamente ese significado lo que querías bloquear. Era un desastre, y no estabas preparada para enfrentar ese problema en ese momento.

Suguru se había ido antes de que algo pasara, pero aún así sabía que algo estaba mal. A veces odiabas que él te conociera tan bien. ¿O tal vez se lo había contado otra persona? No, no creías que fuera eso. Ambos chicos también tenían problemas y dudabas que los hubieran resuelto en una mañana. Eran las personas más tercas que conocías.

Pero el problema te estaba esperando nada más salir de la puerta, en el aula donde se celebraría la reunión. Apenas habías dormido, y estabas hecha un asco. Si no lo solucionabas pronto, todos tus compañeros podrían verlo. Te frotaste el hielo por el rostro una ultima vez y te vestiste con el uniforme. Por lo menos habías hecho todo lo que habías podido. 

 El reloj de tu teléfono marcó la hora en punto. Mierda. Llegabas tarde. Respiraste hondo una única vez, abriste la puerta de golpe y atravesaste a toda velocidad el pasillo de las habitaciones.Lo travesaste tan rápido como fuiste capaz, y no te giraste ni una vez. Aun así, tu corazón se saltó un latido cuando pasaste por delante de su puerta. Por suerte, nadie salió al pasillo. 

¿Te da miedo cruzarte con él? ¿Tu mejor amigo? Te diste una palmada en la frente para acallar la odiosa voz que hablaba desde el fondo de tu cerebro, y bufaste de indignación mientras bajabas las escaleras hacia el edificio central, dónde se impartían las clases. A veces tu mente era tu peor enemiga. 

—¿Una mala mañana?— Preguntó una voz de chico al final de las escaleras. 

 Te cubriste la boca con las manos para no maldecir en voz alta. Estabas tan ofuscada con tus propios pensamientos que no te diste cuenta de que no estabas sola. 

Al pie de las escaleras, apoyado distraídamente contra la pared, estaba tu amigo de cabello oscuro. 

 —Me he dormido.— Dijiste ácidamente entre dientes mientras pasabas de largo. — Los de categoría especial no van a la reunión o qué? 

Suguru te agarró del brazo y te obligó a pararte delante de él, mientras repasaba cada milímetro de tu cara con los ojos entrecerrados. 

—Eras la última en llegar, venía a buscarte.— Respondió distraídamente, con su mirada analítica atravesándote la piel. Sabías perfectamente lo que estaba haciendo: control de daños. 

—Vamos, ahora llegamos tarde los dos. — replicaste mientras te soltabas y comenzabas a caminar. Suguru se colocó silenciosamente a tu izquierda y avanzasteis juntos por el pasillo. Tu andar casi era un trote, pero con sus piernas más largas, él aún caminaba tranquilamente. Podías ver que te miraba de forma discreta por el rabillo del ojo.

Old Beats | Gojo Satoru x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora