Suguru Geto tenía la presencia de un rey.
Estaba sentado solo en la cafetería, la espalda recta y el mentón bien arriba, mirando con ojos estrechos hacia la entrada. Su traje le envolvía con pomposidad; el cabello medio recogido le coronaba la cabeza.
La gente de su alrededor no se atrevía a mirarlo, como si fueran a quemarse mirando al sol. O como si intuyeran que, en cualquier momento, podría hacerles daño.
Seguramente tenían razón.
Cuando te acercaste a su mesa hizo el amago de levantarse para saludar, pero le ignoraste y te sentaste en la silla de enfrente.
— Ey. — Saludaste con una sonrisa. — ¿Cómo vas?
— Me has hecho esperar. — Contestó él.Te encogiste de hombros.
— Había tráfico.
Suguru entornó los ojos; no te creía, pero te importaba poco. Se tomó unos segundos para mirarte de arriba abajo, como si buscara algún desperfecto. Control de daños, muy Suguru por su parte. Después mudó su expresión a una de cordialidad que se tensaba por los bordes, impostada, falsa.
— Veo que estás bien.
— ¿Lo dices por lo de la puñalada? — Te llevaste las manos al vientre y diste unos golpecitos. — Estoy bien, gracias. — Escupiste la última palabra.
— Estaba preocupado. — Hizo un puchero y casi te hace reír.
— Ya, claro.
— Es cierto. — Soltó un suspiro afligido. — Nos enteramos tarde. Si no hubieras matado tú al cazarrecompensas, lo habríamos hecho nosotros.No podías creerte que fuera tan caradura.
— Sé que fuisteis vosotros, Suguru.
— Sí, sé que se ha filtrado. — Levantó las palmas de las manos hacia arriba. — Pero la orden era que te tomaran viva. Ese tipo se extralimitó.
— Bueno, es lo que pasa cuando pones precio a la cabeza de alguien. No vienen funcionarios trajeados con una orden a pedirte que los acompañes. — Respondiste.
La camarera te cortó a media diatriba, acercándose a vuestra mesa para tomar el pedido. Habló rápida y secamente, sin querer mirar hacia tu acompañante. Debía estar captando muy malas vibraciones desde esa parte de la mesa. Pediste un té con hielo para ti, y la pobre chica se giró hacia Suguru, con la voz tensa.
— ¿Y usted?
Suguru la miró con desprecio, los brazos cruzados sobre el pecho y el labio arrugado como si estuviera presenciando algo asqueroso.
— Lo mismo. — Dijo con desgana.
— Maleducado. — Lo reprendiste cuando la chica se retiró.
Él solo te sacó la lengua.
— ¿Por qué coño lo hiciste? — Preguntaste, cuando recuperaste el hilo de tus pensamientos. — Un día me estabas diciendo que me fuera contigo y al siguiente casi me matan por tu culpa. ¿Estás loco? ¿Te ha dado un brote psicótico o algo?
Suguru soltó un suspiro grave y se inclinó sobre la mesa, hacia ti.
— Tenías que ver lo realmente desprotegida que estás, _____. — Dijo con voz suave y ojos brillantes. — ¿Cuánto tiempo estuviste desangrándote en ese callejón, mmm?
— Estuve al borde de la muerte gracias a ti, sí. No sé en qué crees que te está ayudando este argumento. — Soltaste. — Fue Nanami quien me sacó de ahí. Shoko quien me curó. Si no fuera por la escuela, no estaría aquí sentada, sino enterrada a saber dónde.
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Old Beats | Gojo Satoru x Lectora
Fiksi PenggemarCuando Gojo y tú estudiabais en el Instituto de Jujutsu, no pudiste evitar caer perdidamente enamorada de tu mejor amigo. Pero han pasado los años, y tú sigues siendo el único punto débil de Gojo. Para tu desgracia. (Slow burn | Spoilers en la tram...