XXVI

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A la mañana siguiente, unos golpes suaves en la puerta te sacaron del sueño. Con la cabeza adolorida, ojos hinchados y los párpados ardientes por la luz que se filtraba por la ventana, extendiste el brazo para cubrir tu rostro, esperando que el sonido se detuviera.

No obstante, persistió. Tres golpes, esta vez más contundentes.

— _____, cariño, ¿estás ahí?

— Mmm, sí, mamá —murmuraste, todavía adormilada—. Ya me levanto.

Abriste los ojos súbitamente y te sentaste en la cama. Estabas en tu habitación en el ala de profesores de la escuela de jujutsu. En el suelo, al lado de tu almohada, yacía Satoru con la ropa del día anterior. Despeinado y con ojeras profundas, te observaba con sorpresa.

— ¿Es mi madre? —susurraste hacia él.

— Creo que sí —respondió en el mismo tono.

Os mirasteis en silencio, intentando comprender por qué tu madre había viajado a la ciudad y visitado tu lugar de trabajo sin previo aviso.

— ¿Tú sabes algo? 

— Puedo pasar o me vas a tener aquí todo el día? — Pregunto la voz de tu madre al otro lado de la puerta, golpeando la puerta de nuevo. 

Satoru ladeo la cabeza con una mueca en los labios. 

— Te veo luego, vale? — Murmuro con una sonrisa de circunstancias, y al siguiente instante, desapareció del suelo de tu habitación, dejando la almohada en el suelo como única prueba de que había estado allí esa noche. 

La noche. 

Te quedaste clavada con la mirada en el suelo mientras los recuerdos de lo que había sucedido el día interior entraban como un torrente de agua en tu mente dormida. La confesión de Satoru, su miedo por que te fueras, los besos... Dios mio, os habíais besado. 

Habías besado a Gojo Satoru. 

— Joder. — Murmuraste mientras te dejabas caer de espaldas a la cama, en una especie de trance. Si no hubiera estado allí al despertar, te habría parecido todo un sueno. 

Se escucho un "clic" y la puerta de tu habitación se abrió, revelando la figura de una mujer de mediana edad al otro lado. 

— Uy. — Murmuro, mirando con curiosidad la puerta. — Estaba abierta. Deberías tener cuidado. 

Avanzó por la habitación, observando con detenimiento, la nariz ligeramente fruncida. Seguías en la cama, mirando al techo, en shock. Recogió la almohada del suelo y la colocó sobre tu cama, luego se acercó a la ventana y la abrió de par en par. Una brisa fresca te erizó la piel.

—¿Estás bien, cielo? —te preguntó con preocupación al notar que no te movías—. Esto es un desastre.

— Estoy cansada —murmuraste. Pestañeaste un par de veces y observaste a tu madre inclinándose sobre ti, recordándote a cuando eras pequeña. Siempre os habían dicho cuánto os parecíais, y ese comentario llenaba de orgullo a ambas. — ¿Qué haces aquí, mamá? No tenía idea de que vendrías.

— ¿Oh? ¿No lo sabías? —parecía genuinamente sorprendida—. Gojo me llamó.

Te incorporaste en la cama.

— ¿Perdón?

Tu madre inclinó la cabeza, esbozando una sonrisa tierna.

— Me pidió que viniera a veros, pensé que estarías al corriente. 

Hijo de puta

— He intentado llamarle pero tampoco contestaba. 

—Debe estar ocupado —murmuraste—. No creo que puedas verlo hoy.

Old Beats | Gojo Satoru x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora