XI

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—Mmm... No está roto.— anunció Shoko, dejando el manual de medicina en la mesa del escritorio. El libro parecía brillante y nuevo, lo que no inspiraba mucha confianza. —Solo está dislocado— Agregó ella.

—¿Estás segura de eso?— Murmuraste, sujetándote el codo protectoramente. Era cierto que tenías una hendidura extraña y dolía, pero Shoko solo llevaba unos meses estudiando medicina. Hasta entonces, se había valido de su intuición para curarte, pero ahora quería hacer diagnósticos reales. Habías ido a buscar a tu amiga en cuanto perdiste de vista a Gojo, después del entrenamiento, y te diste cuenta del daño que te habías hecho al chocar contra su infinito. 

—Sí, aquí lo dice bien claro— dijo ella, señalando el manual. —Este hueco que tienes en la piel es donde debería estar tu hueso, que se ha salido de su articulación. Ahora tenemos dos opciones.

—¿Cuáles?— preguntaste, temiendo la respuesta de tu compañera.

—Puedo usar mi técnica inversa.— dijo Shoko con una sonrisa maliciosa—... o puedo intentar recolocarlo en su lugar.

—¿Recolocarlo cómo?— Dijiste con un hilo de voz.

—Pues manualmente, tú levantas el brazo así y yo tiro fuerte por...

—¡No, no, no!— Exclamaste.

Shoko dejó de imitar cómo se recolocaba un codo para mirarte con cara de decepción.

—Podrías dejarle probar.— Intervino Suguru, apoyado en la pared con los brazos cruzados. —Si no le dejamos experimentar, no podrá aprender de verdad.

Miraste a tu amigo con ojos húmedos y luego a Shoko.

—Utiliza tu técnica, por favor.— Imploraste. —Me duele mucho.

—Será mucho más lento, que lo sepas.— Dijo ella, pero no podía convencerte. Negaste con la cabeza enérgicamente.

Shoko murmuró una maldición mientras se arremangaba la camisa y colocó las manos sobre tu brazo. Al instante, sentiste el flujo de energía correr a través de tu cuerpo, y el dolor se hizo más soportable.

Levantaste la mirada, y allí estaba Suguru de nuevo, con el ceño fruncido y su mirada analítica sobre ti. Apretaste los labios y inclinaste la barbilla hacia él, pidiéndole una explicación. Él meditó un instante antes de hablar.

—Sé que prometí no hacer preguntas, pero... Estoy preocupado.

—No sé por qué.— Te encogiste de hombros.

Suguru ladeó la cabeza y te miró con una mirada de seriedad.

—Casi rompes la nariz a Gojo.

—Pff, sabía que haría trampas.— Diste un respingo. —Eso es lo único que sabe hacer...

—¿Y aun así te has dislocado un codo?— Preguntó, señalándote con un dedo.

Apretaste los labios y desviaste la mirada, algo avergonzada. No sabías qué te había impulsado en ese momento, pero estabas dispuesta a golpearle directamente en la cara. Quizás te habías pasado un poco...

—Es verdad, estáis actuando raro.— Dijo Shoko distraídamente mientras seguía aplicándote la energía. —Se me hace extraño curarte sin Gojo revoloteando alrededor.

Tenía razón, cuando te herían, poco importaba si era en misiones o en entrenamientos, él no se separaba de ti ni un segundo. Te acompañaba a todas partes y atosigaba a todos hasta que Shoko te hubiera curado del todo. Incluso horas después, te costaba quitártelo de encima.

Esta vez no había venido, y ahora que te habías dado cuenta, te molestaba. 

Tonta. ¿Esperabas que viniera a apoyarte? Te has herido intentando romperle la nariz.

Old Beats | Gojo Satoru x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora