XVIII

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Actualidad

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El atardecer caía sobre la ciudad, envolviendo el cielo en tonos naranjas y rosados que se mezclaban con las últimas luces del día. Te encontrabas sentada en el patio de la casa, rodeada por árboles y flores secas, y junto a ti, Suguru.

La cálida luz acariciaba las facciones afiladas de su rostro, creando profundas sombras en la línea de su mandíbula y sus marcados pómulos.

Era una escena que parecía salida de tus sueños, o más bien, pesadillas. No podías creer que estuviera sucediendo en realidad.

Después del shock inicial, Suguru estuvo a tu lado hasta que poco a poco fuiste abriendo tu corazón. Habías deseado muchas veces poder recuperar a tu amigo y, ahora que lo tenías delante, eras incapaz de cerrarle la puerta.

Las horas habían pasado en un abrir y cerrar de ojos mientras la conversación fluía con facilidad, llegando al atardecer, donde incluso os permitíais bromear mientras recordabais momentos de vuestra adolescencia en la escuela.

Te tapaste la boca con la mano para contener una carcajada, y un sentimiento de culpabilidad amargó tu buen humor.

— Siento que no debería estar haciendo esto —dijiste de pronto. Geto ladeó la cabeza y te miró extrañado, así que añadiste—: Reírme de la escuela contigo. Al fin y al cabo, yo trabajo ahí, y tú eres...

Asintió lentamente, captando lo que pretendías decir.

— Un traidor.

— Exacto.

El hombre apoyó las palmas de las manos en el césped y echó la cabeza hacia atrás para observar el cielo.

— Hablando de la escuela... —dijo—. ¿Eres feliz ahí?

Te encogiste de hombros.

— Más feliz de lo que podría ser en ninguna otra parte.

Clavó la mirada en la tuya y te estudió con cuidado, de una forma que se te hacía extremadamente familiar. Suguru daba la impresión de saber siempre algo más que tú, de ir siempre un paso por delante.

— ¿Estás segura?

Más que una pregunta, parecía una afirmación, y te hizo dudar de tus propios pensamientos.

— Pues, sí, supongo... —titubeaste un poco y te molestaste contigo misma—. Quiero decir, me formé para hacer esto, y lo mejor que puedo hacer para este mundo es cuidar de los pequeños. Y estoy con Gojo.

— ¿Seguís siendo amigos? —preguntó Geto y, cuando asentiste, rió por lo bajo—. Claro que sí.

Le clavaste un codazo en el brazo de Suguru y añadiste, molesta:

— Pues claro que lo somos.

Geto levantó la cabeza al cielo de nuevo y estuvo en silencio unos segundos.

— Entonces supongo que no tiene mucho sentido lo que quería pedirte —dijo él.

Te giraste hacia Geto con el ceño fruncido, sin entender hacia dónde estaba dirigiendo la conversación.

— ¿A qué te refieres?

El silencio se adueñó de nuevo del patio, y de pronto fuiste muy consciente de la leve brisa que erizaba tu piel. Geto seguía mirando el cielo, y viste cómo se mordía el labio inferior y arrugaba las cejas, como si en ese momento estuviera haciendo un gran esfuerzo.

— Sé lo que me dirás, pero tengo que intentarlo de todas formas —dijo finalmente, con la vista fija en el cielo.

Soltó una respiración profunda y buscó tus ojos con los suyos.

Old Beats | Gojo Satoru x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora