XV

30.8K 3.3K 1.4K
                                    

Tu pecho se movía arriba y abajo rítmicamente cuando sonó tu despertador. Todavía faltaban horas para que saliera el sol, pero pronto tendrías un coche esperando fuera de la puerta para llevarte a Toshima para tu misión. No querías abrir los ojos, todavía no, pero no quedaba otra.

Parpadeaste perezosamente un par de veces, y a cinco centímetros de tu rostro, Gojo te sonrió.

— Buenos díaaas ~

Soltaste un grito y rodase hacia atrás por el espanto, a punto de caer por el otro lado de la cama de dos plazas, pero tu amigo te agarró del brazo y tiró de ti.

— Siempre tan dramática. — Te dijo burlón.

Dejó que te acomodaras en tu lado de la cama mientras despertabas poco a poco, mientras él miraba su teléfono. La luz azul te molestaba, así que te cubriste los ojos con las manos.

— Hoy no has tenido pesadillas. — Dijo Gojo, distraído.

— Tú eres mi pesadilla. — Murmuraste.

— Suenas como Nanami. — Protestó con un suspiro fingido, descartando su teléfono a un lado.

— Mmm... Me lo tomaré como un cumplido. — Tu voz sonaba rasposa y medio dormida. —¿Qué haces aquí? Tienes que dejar de...

— ¿... aparecer en tu cuarto sin avisar? — Gojo terminó tu frase —Así es como van las cosas. Acéptalo de una vez.

Rotaste hacia él, apoyando tu cabeza en una mano, y lo miraste esperando que respondiera tu pregunta. Si no habías tenido pesadillas, no había ninguna razón para que estuviera en tu habitación. Mucho menos en tu cama. En la oscuridad, y a pesar de la hora que era, Gojo llevaba ropa de calle. Asumiste que era una de esas noches en las que no había podido pegar ojo y estaba aburrido.

— Quería verte antes de irme. — Musitó.

Oh, te habías olvidado por completo. Ese mismo día él también tenía una misión fuera de Japón, y no sabías cuando volvería. De pronto te sentiste culpable por haber malpensado, y apoyaste tu frente en su hombro con un gruñido.

No te gustaba cuando estaba tanto tiempo fuera. Aunque acostumbraba a bombardearte con mensajes por cualquier tontería, los pasillos de la escuela parecían más apagados cuando tu mejor amigo no estaba.

— ¿Dónde vas esta vez? — Preguntaste contra su brazo.

— Es confidencial. — Respondió él. — Pero me voy a Ámsterdam.

—Joder. — Se te escapó una risa. — Eres incapaz de guardar un secreto.

Él también rio con gusto ante tu comentario.

— Ya lo ves, soy un libro abierto para ti.

Despeinó tu cabello con una mano, y protestaste con un ruido gutural. Lo apartaste con un manotazo y, quizás llevada por la familiaridad del momento, envolviste su brazo con los tuyos y apoyaste su cabeza de nuevo en su hombro. Él se tensó bajo tu medio abrazo, pero estabas demasiado dormida para notarlo.

— Así que te escapaste de tu cita el otro día. — Dijo él, tras unos instantes.

Hiciste un ruido de asentimiento, poco inclinada a hablar del tema. Todas las citas que habías tenido en tu vida habían sido una decepción, y era por culpa del hombre que tenías al lado. En especial la del otro día. Habías llegado a esa conclusión cuando llegaste a tu casa esa noche, mientras te quitabas el maquillaje. Si no te había atraído un hombre como aquel, ninguno más lo haría. Era imposible. Tu cerebro tenía una enfermedad llamada Gojo, así es como te gustaba pensarlo.

Old Beats | Gojo Satoru x LectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora