II

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—¿Te invito a qué?

El sonido tintineante de la tetera lista interrumpió nuestra plática. Me levanté del sillón de la sala y camine hacia la cocina, sintiendo los pasos de mi mejor amiga tras de mi.

—No lo sé Maru. Dijo que eran como los Oscar, pero de streamers. ¿Algunos premios, quizá?

Tome dos tazas de uno de los gabinetes luego de responder su pregunta. Coloque las dos bolsitas de té y luego vertí cierta cantidad de agua caliente en las mismas tazas. El tono verde no tardó en aparecer.

—¿Y vas a ir?

—Tampoco lo sé. —Le entregué una de las tazas mientras volvíamos a caminar hacia la sala de la casa. —Lo más probable es que diga que no. Quiero decir, ¿Que sentido tiene que yo esté allá? Ni siquiera soy streamer.

—Pero eres la hermana de Juan, Aly. Si te pidió que fueras es porque quiere que estés presente, da igual si Ari puede ir o no. Estoy segura que si, dado el caso, tu hermano si tuviera acompañante, de igual forma de habría invitado.

¿Él me habría invitado?

—No vas a dejar solo a tu hermano, ¿O si?

No.

Claro que no.

No le fallaría así, pero, ¿Acaso si debía ir?

—No, no, claro que no. Pero aún no estoy segura de ir. Tomaré estos días para pensarlo. Me aterra saber que si voy tendré millones de ojos encima.

Maru sonrió, antes de pasar su brazo por mis hombros y abrazarme como solía hacerlo. Era como la hermana que no tuve.

Decidimos ver una película. La tarde paso entre chistes, palomitas, unas que otras lágrimas por el trágico final de la película, y finalmente me despedí de mi amiga para tomar rumbo a mi casa.

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Tres días habían pasado.

Si, leíste bien. Tres días.

Y aún no sabía si iría a los premios o no.

Había tenido la oportunidad de hablar con Juan nuevamente, y me explico mejor el tema.

El evento se realizaría en Barcelona, sin embargo era un viaje demasiado extenso, más de doce horas de vuelo, así que si decidía ir, viajaría uno o dos días antes a México, así Juan y yo iríamos juntos a España y el viaje no sería tan agotador.

—Señorita Guarnizo, ¿Está usted prestando atención?

Rápidamente mi cabeza dejo de estar apoyada en mi mano para prestar atención a mi maestro.

—Recuerde que ya solo quedan dos semestres. No querra echar a perder todo lo que logrado por no estar atenta, ¿Verdad?

—No, señor. Lo lamento, no volverá a suceder. —Respondí algo avergonzada, observando que todos mis compañeros ya habían salido del aula.

Guarde mis cosas y salí de allí como un relámpago. Bien, que humillación.

Por suerte ya había acabado las materias de ese día, por lo que me dirigí a casa en transporte público.

Al llegar me recibió mi perrita, Brandy, de hermoso pelaje negro y brillante y unos ojos hermosos, expresivos.

La saludé sutilmente acariciando su cabeza mientras ella daba vueltas por lo feliz que estaba. Rellene su plato de agua fresca y puse comida en el otro.

𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora