XXVII

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Aclaración antes de leer: Recuerden que todo lo que ocurre en esta historia es ficción y nada más que ficción. Por favor sepan separar entre la realidad y está fic, y xfa xfa no odien a Osvaldo de la vida real 😭
(Si, estoy preocupada por lo q pueda provocar con este capítulo hdkdj)

"Los errores significan decepciones."

Él se había ido.

Se había ido y ni siquiera había girado una sola vez a verme. Tan solo me había dejado allí, completamente sola.

De repente mis ojos comenzaron a arder, conocía bien esa sensación. Mi nariz comenzó a picar y ya podía sentir el nudo en mi garganta.

Esto dolía demasiado.

Estar mal con Osvaldo dolía demasiado.

Dios, solo era un chico, ni siquiera romper con Ángel me había hecho doler el corazón como lo hacía pelearme con el de lentes. ¿Acaso estaba llorando por un chico?

Si, estaba llorando por un chico, que, para completar, no era más que un amigo.

La Alyssa de hace algunos meses se habría burlado.

Mire a mi alrededor, ni siquiera llevaba conmigo mi celular pues la noche anterior no lo ví como algo necesario. Grave error.

El clima tampoco parecía colaborar. Las nubes estaban todas opacas, grises. Parecía querer llover. Aquello solo hizo que mi corazón se encogiera más. Las lágrimas ahora eran incontrolables y supe que no podía quedarme toda la vida en aquel semáforo, esperando que él volviera.

No podía quedarme porque sabía que Osvaldo no regresaría.

Limpie un poco mi rostro y abrace mi cuerpo con ayuda de mis brazos. Odiaba estar así de vulnerable, odiaba que la gente me viera así de vulnerable. No quería que me vieran llorar.

Toda mi dignidad se estaba yendo por el caño.

Mi camisa seguía manchada de smoothie, probablemente mi maquillaje ya se había corrido y por el como me sentía, podía asegurar que me veía fatal.

En pocos minutos ya había llegado a la casa de, probablemente, la persona que más necesitaba en ese momento, y verlo frente a mi lo corroboro.

Basto que abriera la puerta para que me sintiera pequeña, frágil, vacía.

—¿Aly?

Finalmente me digne a levantar la mirada, encontrándome con aquellos ojos que adoraba. No llevaba sus lentes, y a juzgar por su forma de vestir, sabía que recién despertaba.

Juan me miraba de la manera más preocupada de la que lo había visto mirarme en años.

Cómo si fuera una niña chiquita estire mis brazos hacia él, solo necesitaba eso.

Juan comprendió mi gesto de inmediato, pues me rodeo en sus brazos cuál hermano protector.

Repose mi cabeza en su pecho, él comenzó a acariciar mi cabello. Los sollozos ahora salían sin mi permiso, y comenzaba a sentir la respiración faltarme.

𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora