𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADA

VII

Levanté la mirada de mi celular cuando sentí que alguien se sentó en la silla a mi lado.

El fuerte volumen de la música hacia el trabajo de escuchar a los demás un poco más difícil de lo habitual, por lo que gritar se había vuelto un tema importante.

—Hola Aly. —Grito Juan a mi lado, acercando su cabeza a mi oido para que escuchará bien.

—Holi. —Respondí de igual forma, apagando el celular.

—¿No quieres venir conmigo? Vamos a jugar al karaoke.

Luego de los premios habíamos ido al hotel, y vaya sorpresa, habría un after party al que Juan me insistió ir.

Al principio me había negado, pero luego acepte al darme cuenta que el tiempo con Juan se me comenzaba a agotar y debía aprovechar lo máximo con él.

—No, no. No te preocupes, estoy bien aquí. Tú ve a divertirte, no me movere de esta silla.

—¿Segura? —Asentí en respuesta. Él lo único que hizo fue sonreír y volver a dirigirse a la pista, dónde todos lo esperaban.

Mi celular volvió a vibrar por una nueva notificación. Era de Instagram, anunciando un nuevo seguidor.

En menos de dos horas había aumentado más de cuatrocientos seguidores.

También me había dado cuenta que tanto Maru cómo Ángel habían subido historias en las que yo era protagonista, en la que mi vestido se veía increíble y mi rostro con una enorme sonrisa.

Observe a mi alrededor, no había nada con que entretenerme aparte de mi celular. Estaba en una de las mesas de la discoteca, y un poco más allá, estaban todos los streamers celebrando los premios.

Hasta que alguien se sentó nuevamente a mi lado. Un señor mayor que yo, de barba y gafas. Vestía una simple camisa y un pantalón común.

—Hola, eres Alyssa, ¿verdad? —Pregunto él y una vez más asentí. —Soy Pol.

—Un gusto, Pol.

Ofreció su mano cómo saludo y yo la acepte gustosa.

La conversación empezó a fluir y me di cuenta de la increíble persona que era. Me preguntaba cosas y yo le hacía preguntas a él.
Estuvo conmigo todo ese tiempo e incluso subió una historia juntos a sus redes.
Sin darnos cuenta los tragos comenzaron a multiplicarse, y cuando volví a tener algo de consciencia, ya estaba en la pista de baile, sacando pasos que ni yo sabía que conocía y con toda la luz de la disco pegando en mi rostro.

Lo último que recuerdo es una cara borrosa, una canción que no era clara en mi cabeza, y unas gafas mal puestas sobre el tabique de alguien.

De ahí para adelante, parecía como si mi mente hubiera sido borrada.

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No necesite un motivo más importante para despertarme. Un intermitente dolor de cabeza me despertó, abriendo los ojos de a poco para acostumbrarme a la luz.

Trague algo de saliva, pasando una mano por mi rostro en un intento por espantar el sueño.

Lo primero que ví cuando mis ojos se abrieron por completo fue el techo blanco de la habitación de hotel.

Jamás me había emborrachado hasta tal grado de no saber en dónde estaba, pero así fue esa mañana, sin tener idea de cómo había regresado al hotel.

Ahí estaba, no tenía la remota idea de cómo había acabado en la habitación, no sabía que había pasado anoche y lo último que recordaba eran las luces de la discoteca.