XV

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"Estoy cayendome a pedazos por tu ausencia y lo peor es que no quiero verte nunca. Estoy hundiendome en el hábito de amarte, y tú, ya me olvidaste."

Mi habitación había dejado de verse gris, ahora se veía un poco más... viva. O tal vez así era como yo me sentía. Aunque aún tenía la nariz roja y me limpiaba repetidamente la nariz con papel higiénico, me sentía sorprendentemente mejor.

Sin embargo, había algo en la conversación entre Mariana y yo que seguía sin comprender.

—A ver, a ver. Espera, déjame comprenderlo.

—No es tan difícil, Lyss.

—Tengo intelecto de niña de doce, déjame. —Reproche viendo al celular, el cual ahora se apoyaba en un par de libros sobre la cama y me apuntaba justo a mi. —¿Tú quieres que... yo trabajé para ti?

—Si lo dices así suena feo.

—Cierto, pero no viene al punto. —Bebí un poco de agua, sintiendo está pasar por mi garganta, la cual ahora ya no se sentía tan maltratada. —No lo entiendo, ¿Cómo podría yo, por decirlo así, trabajar para ti?

—En serio me sorprende tu capacidad de captar indirectas. —Mire el celular con una ceja alzada y con los labios fruncidos de forma ofendida. —Ya, perdón. Era una broma. Pero volviendo al tema, Lyss, literalmente estudias diseño de multimedia, y, adivina qué, ¡Yo necesito un editor! Editora, en este caso, ¿Editore?

—Eres un payaso. —Le dije riéndome y volcando los ojos por lo último que dijo, para luego volver a incorporarme y ver esta vez el celular seriamente. Al menos eso intentaba. —Esta bien pero, nunca he editado un vídeo para YouTube. Hice algunas miniaturas para Juan hace unos meses pero, dudo que sea lo mismo.

—Puedo mandarte un fragmento de algún stream y lo intentas editar. Puede ser un tipo de prueba, supongo. Y así vemos si cerramos el trato, o seguimos buscando trabajo.

Seguimos.

Había hablado en plural. Sonreí genuinamente, tomando el celular entre mis manos y elevandolo a la altura de mi cara.

—Bien. Acepto. —Él estaba apunto de hablar cuando lo detuve. —Pero, ¿Adivina qué? —Hable entusiasmada, mirando el celular.

—¿Qué? Oh, ya sé.

—Digamoslo juntos a ver qué tan conectados estamos en el espacio tiempo, ¿Va?

—Va.

Conté hasta tres, antes de que ambos dijéramos algo completamente contrario.

—¡Jugaremos un juego de terror en roblox! / ¡Tengo que hacer mi proyecto de diseño!

Lo mire desentendida, aguantando la risa luego de comprender que había dicho.

—¿Cómo que no tiene que ver con roblox? —Hablo decepcionado y con una mano en el pecho de forma triste.

—Obvio no. Ni siquiera tengo cuenta.

—Pues crea una, duh.

—No porque tengo que llevar mi proyecto mañana, duh.

Le mostré la lengua de forma infantil solo para molestarlo y él me devolvió el gesto, acostándose sobre la cama para ponerse cómodo.

—Algún día te convenceré.

—Claro, lo que digas, señor.

—Deja de parlotear y explica que hay que hacer. Si te ayudo, te creas una cuenta de roblox, ¿Trato?

𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora