𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADA

XXIV

Alyssa;

—Que aún no me has dado mi beso de cumpleaños.

Si mis mejillas estaban rojas para ese momento luego de aquel comentario estoy segura que se volvieron dos tomates. Mi cara ardió en fuego, mis ojos se abrieron como resortes, y mis piernas manos comenzaron a sudar.

Aún seguía encima de Osvaldo, mis manos se mantenían en su pecho para no recargar todo mi peso en él. Las palabras parecían atascadas en mi garganta, pues nada parecía salir.

Trague saliva nerviosa, intentando reconectar mis sentidos y dejar de parecer una tonta frente a él.

Entonces recordé que Mariana estaba en stream. ¿Todos estaban viendo todo? Para mí suerte la silla de Osvaldo cubría casi todo lo que estaba pasando. Solo se veían nuestros pies en la parte lateral de la pantalla.

—¿Qué pasa, Lyss? ¿Estas nerviosa? —Susurro contra mi oido aprovechando que mi cabeza había girado en dirección al monitor.

Los vellos en mi nuca se erizaron y sentí mi pulso intensificarse más. Decidí volver a mirarlo, percatandome de la cercanía entre ambos. Sus labios estaban a unos cinco centímetros de los míos, y fue ahí cuando recordé lo que había pasado la última vez que lo tuve tan cerca.

Mi respiración se volvió irregular cuando comenzó a acercarse más. Sabía lo que pasaría, así que solo me deje llevar. Mis ojos estaban cerrandose y ya sentía su respiración fusionarse con la mía.

Realmente iba a pasar y está vez no podría echarle la culpa al sueño.

Hasta que la puerta se abrió.

—¡Alyss-

Salte del susto y me retire de encima del chico, viendo en sus ojos el odio puro dirigido hacia la persona en la puerta. Roier parecía una estatua ahí, parado bajo el umbral.

—Creo que interrumpí algo importante. —Susurro él, ofreciéndole a Osvaldo una sonrisa inocente, aunque aquello no desvaneció la mirada furiosa de mi mejor amigo. —Oye, Aly. Sucedió algo con las galletas.

Y cualquier sentimiento de nerviosismo que sentia se esfumó.

—¡¿Mis galletas?! —Sali corriendo de la habitación, llegando a la cocina del apartamento de Osvaldo. —¡¿Qué le pasó a mis galletas?! —Pregunte asustada, recargandome en el mesón.

Allí reposaba la bandeja con mis galletas.

—Oh, Aly. Sucede que quedaron perfectas. —Dijo la señora Mary, la madre de Osvaldo. —Cocinas delicioso, ¿Tomaste algún curso de repostería?

—Oh, pues, a los dieciséis fui a un curso en vacaciones de mitad de año. Luego solo seguí experimentando con vídeos en YouTube y, sorprendentemente, todo me quedaba bien. —Le sonreí a ella, tomando una de las galletas para probarla.

Sabían delicioso.

—Bueno, pues te acepto como nuera. —De repente la galleta raspó mi garganta en el momento en el que me atragante con la misma, sin siquiera esperar que la señora Mary dijera aquello.

Comencé a toser buscando aire, mientras Beto me pasaba una botella de agua para lograr pasar la galleta.

Cuando finalmente pude respirar, la mire un poco sorprendida.

—Ah, no, no. Osvaldo y yo no somos nada.

—Nunca dije que fueran algo.

Ella paso por mi lado con una sonrisa burlona, tomo el un par de galletas en un plato y se adentro a la habitación del Set-Up de Mariana.