XXII

2.8K 361 48
                                    

Alyssa;

—Tal vez solo estoy practicando para cuando si lo estemos.

Mis mejillas no tardaron en tomar aquel tono carmesí que ya conocía, mientras me bajaba de los brazos de Mariana. Lo mire algo nerviosa mientras intentaba encontrar algo que decir, sin embargo, nada parecía llegar.

—¿Qué pasa? ¿Estas nerviosa? No veía tus mejillas tan rojas como ese día del beso.

Era la primera vez que alguno de los dos mencionaba algo sobre ese día, y el hecho de que él hubiera sido el primero me había puesto más nerviosa.

—Cállate. —Ordene aún más nerviosa, y lo único que atiné a hacer fue comenzar a recorrer la casa.

La cocina tenía un mesón hermoso en mármol, el cual era color negro. La cocina era amplia y de igual forma la zona social. El comedor y la sala se conectaban perfectamente y en la parte posterior al salón quedaba el primer baño, el cual era el de invitados.

La habitación principal era una completa pasada, era enorme y con un ventanal hermoso. El baño de igual forma podría ser otra habitación, y ni hablar del amplio armario que había.

Las demás habitación de huéspedes eran amplias e iluminadas, y también contaban con armario. El apartamento tenía zona de lavandería y aquello me agradaba, era simplemente increíble.

Jamás me arrepentiría de haberme mudado.

Para mí suerte el apartamento venía amueblado, así que no tenía que preocuparme por la compra de las cosas, a no ser que quisiera cambiar algo. Pero para mí, estaba perfecto.

—¿Ahora huyes de mi?

Se recargo en el marco de la puerta de la habitación principal, pasando la lengua por sobre los dientes superiores.

Mierda.

—¿Te parece si vengo mañana y te ayudo a ordenar las cosas? —Cambio de tema repentinamente, y lo agradecia, pues no tenía ni idea de que decir.

—Ah, si. Claro, me parece perfecto. —Sonrei hacia él, acercándome finalmente.

—Bien, entonces nos vemos mañana. Descansa, Lyss. —Acorto la distancia y se despidió de mi con un beso en la mejilla, lo cual me arranco un escalofrío y un cosquilleo en el vientre.

Lo acompañe hasta la puerta de entrada, para poder despedirme de él.

—Descansa, Valdo. —Sonrei también, mirándolo alejarse por el pasillo de los apartamentos en dirección al elevador.

Entre de nuevo extrañandome por el silencio, busque a mi hermano por la casa, hasta encontrarlo sobre la cama de una de las habitaciones mientras jugaba a las fuercitas con Brandy.

—¿Vemos una película? —Pregunte una vez que él noto mi presencia. Sonrió ampliamente, levantándose de la cama como si fuera flash.

—La pregunta me ofende.

Reí con él, mientras nos dirigíamos a la sala del apartamento. Una vez sentados en el sillón lo abrace lo más fuerte que pude, estaba feliz de la decisión que había tomado, aunque no había sido nada sencillo.

𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora