XI

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El camino luego de dejar a Maru en su casa y recoger a Brandy fue incomodamente silencioso.

Miraba a Brandy por el retrovisor del auto. Aquella perrita movía su cola sin cesar y sacaba su lengua en gesto de felicidad. Sonreí recordando la cálida bienvenida que había recibido de su parte.

La melodía de alguna canción sonaba por la radio mientras esperábamos a que el semáforo cambiará de color al verde.

—Y... ¿Qué hiciste mientras no estuve? —Lo mire a los ojos expectantes. Ángel al instante me miró también, antes de tomar aire y comenzar a relatarme su versión.

—Nada fuera de lo común, la verdad. Ya sabes, lo típico. Trabajo de la universidad, trabajo en la empresa, trabajo en casa. Detesto la vida adulta.

—Ya somos dos.

El semáforo finalmente cambio por lo que el auto comenzó de nuevo su marcha, y lo bueno es que mi apartamento ya estaba cada vez más cerca. Tan solo tuvimos que avanzar una calle más, y estábamos allí.

Entramos al apartamento lo más rápido que pudimos porque el frío de aquella ciudad era simplemente irresistible. Mi nariz parecía congelada y no sentía los dedos de las manos.

—Y, bueno, ¿Cómo te fue a ti? Vi la alfombra de los premios pero no ví lo demás.

—Pues, me fue bien, creo. No me caí con los tacones aunque Juan no gano en su categoría. El resto del viaje fueron paseos en auto mientras Juan me explicaba cosas de Monterrey que no había visto antes.

—Vi muchas historias.

—Obvio tontito, estábamos en una premiación import-

—¿Quién es Osvaldo, Alyssa? ¿Y por qué te dió una malteada con un "Con cariño, Valdo"? —Lo mire extrañada por segunda vez en la noche. Su ceño se fruncia en molestia mientras veía desagradado el vaso de la malteada sobre la mesa comedor que segundos antes yo había colocado ahí.

—¿Cómo?

—¡¿Qué quién carajo es Osvaldo, Alyssa?!—El grito repentino me hizo dar un pequeño respingo y hacerme un poco hacia atrás, casi contra la pared de la sala. —No creas que no ví todas sus historias juntitos y agarraditos de las manos.

—¿Es por eso que no contestaste las muchas llamadas que te hice? —Respondí ahora con las cejas igual de arqueadas, intentando controlar mi molestia por el hecho de estarme celando con alguien que no tenía absolutamente nada que ver en el asunto.

—Quiza. No quería molestarte mientras estabas con tu amante.

Aquellas ocho palabras bastaron para colmar mi vaso de la paciencia y hacer que toda gota de tolerancia en mi cuerpo de esfumará.

—¡¿Pero que diablos sucede contigo, Ángel?! Ni siquiera sabes quién es ni como lo conocí. ¡Y aún así asumes que tengo algo con él estando contigo! ¿Por qué clase de persona me tomas? Podré ser cualquier clase mujer pero nunca una infiel, que eso te quede dentro de la cabeza.

—¡No mientas, Alyssa! ¡Hasta una puta malteada te dió!

—¡¿Al menos te estás escuchando?! ¡Me celas por una malteada, Ángel! ¡Una malteada de chocolate! —De repente su semblante se relajo, cómo si se hubiera dado cuenta de la idiotez por la que estaba buscando pelea. —No pienso pelear por una estupidez como está. Mejor me voy a dormir.

Lo mire furiosa, antes de pasar por su lado y arrebatarle el vaso de malteada de las manos. Lo mire de arriba a abajo como cada vez que teníamos una pelea y salí de allí directo a mi habitación.

𝐂𝐀𝐋𝐄𝐈𝐃𝐎𝐒𝐂𝐎𝐏𝐈𝐎 | ElMariana | CANCELADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora