3. Dallas Open (Segunda Parte)

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Dallas Open.

Segunda parte.

Mi contestación a Slash generó un gran revuelo en los medios de comunicación y redes sociales, de un segundo a otro, tenía más de cinco millones de seguidores en mi cuenta de Instagram y miles de fanáticos alrededor del mundo.

Todavía no soy un jugador profesional, ni tampoco he ganado Dallas Open, sin embargo, el drama del deporte me convirtió en su próxima figura.

Si bien las marcas como Reebok, Nike, Adidas y entre otras estaban interesadas en vestirme desde antes que supiera usar la raqueta, nunca estuvieron tan interesadas como ahora. Me propusieron contratos de millones de dólares, se pelearon entre ellos y subieron sus montos, y al final del día, firmé con Adidas y Gatorate, ganando mi primer cheque de cuarenta millones de dólares.

Ahora puedo decir que soy oficialmente independiente de mis padres y millonario. Comprendí, finalmente, por qué Duff decía «...Las cosas que uno tiene que hacer por dinero». Si eres bueno, con buenos contactos y buenos entrenadores, además de talento natural, el tenis es una salida millonaria. Pero debe gustarte, sino, terminarás en la misma situación que Mckagan.

Me dieron un día de descanso antes de la semifinal, y mi padre me exigió que saliera a distraerme con Duff y gente de mi edad.

―No, quiero entrenar.

Pude notar que a mi padre no le agradaba mi carácter estricto con el entrenamiento, de alguna forma le hacía recordar a mi madre, pero en mi mente había un solo punto: Slash. Y no voy a vencerlo tomando cervezas con Duff, no, debo entrenar.

Papá me hizo correr más de diez kilómetros por hora, con descanso de quince minutos, luego me revoleó cantidad de pelotas para atajar mientras continuaba corriendo alrededor de la cancha. Y luego de cuatro largas horas de entrenamiento, caí rendido al suelo.

―Ahora debes descansar, deja que tus músculos enfríen. Mañana lo darás todo ―aseguró él.


Semi-final.

El día llegó.

Apenas había podido mantenerme despierto la noche anterior, a pesar de los nervios y la ansiedad, estaba muy cansado del entrenamiento y de los continuos partidos de la semana, por lo que, al apoyar mi cabeza en la almohada, descansé lo suficiente para despertarme sin un bostezo.

Mi adversario es nada más y nada menos que Edward Evans. Un inglés alto, moreno, ojos de color miel y brazos gruesos. Nunca se caracterizó por ser un gran jugador, pero la última vez había llegado a la semifinal de Australia Open, por lo que, estaba mejorando año tras año.

Tuve poco tiempo para estudiarlo, pero por lo que pude notar, tiene una gran ventaja en los saques. Los hace sin errores, con fuerza y velocidad, siendo inatajables para cualquier otro jugador. Sin embargo, sus piernas no son rápidas, y fallan a la hora de buscar tiros largos.

El riesgo de los tiros largos, que he estado practicando mucho, es que pueden caer fuera de la línea, y, por lo tanto, arriesgarme a perder todos los puntos. Aun así, es la única forma de ganarle a Evans.

Adidas me envió un nuevo uniforme de juego: Visera blanca, bandana con el logo de la marca, chomba blanca y short deportivo negro. Las zapatillas son mitad negra y mitad blanca, con cordones y muñequeras amarillas.

Estaba listo para entregarme al partido.

Al ingresar, un estallido de gritos por parte del público resonó en toda la cancha, ansiosos por verme jugar y exclamando mi nombre como si me conocieran de toda la vida.

Hasta el último set (Slaxl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora