16. Segunda ronda en Roland Garros

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Segunda Ronda en Roland Garros.

Tendría que estar en el hotel, bañándome y estirando las piernas por el estrés físico que me causó el partido. Pero en lugar de eso, decidí visitar a Duff, quien va perdiendo. Luego, caminé hasta el estadio de Slash junto a mi padre, quién ganó después de cinco sets y cinco horas de partido.

Y creyó que iba ser fácil pelear contra Jagger.

Jagger jamás ha sido un competidor fácil.

Después de eso, los tres fuimos a una fiesta clandestina en una habitación del hotel organizada por la tenista número uno del mundo de la liga femenina: Rybana Satek. Una jovencita de diecinueve años, que el año pasado ganó tres Gland Slam seguidos (Wimbledon, US Open y Australia Open) y superó en cada torneo a Serena Williams durante 2022. Es polaca, pálida, ojos celestes, una cabeza más alta que yo, ancha de espalda y larga de piernas.

Pero es muy bonita y dulce.

Sonríe fácilmente, y no demuestra ningún otro gesto que una sonrisa. Cuando pierde ―casi nunca― sonríe. Cuando gana ―siempre―, sonríe. Y ahora que me estoy acercando a saludarla con un apretón de manos, también sonríe.

Jamás conocí una mujer que me gustara tanto. De hecho, llegué a pensar que no tengo deseos sexuales porque jamás me sentí atraído por el sexo femenino. Eso cambió en el momento que nos apretamos las manos.

Le sonreí también, algo raro en mí, y hablamos un rato. Tiene un tono de voz agudo y suave, agradable para mis oídos, y cuando se alejó para saludar a otros tenistas, dejó en el aire un aroma que me causó cosquillas.

―Parece que anda Cupido por la habitación ―bromea Duff dándome un codazo.

Slash se mantiene serio.

―Es demasiado bella, ¿No creen? ―pregunté con una sonrisa a punto de salir de mis labios.

―No, no lo creo ―negó Slash―. Existen tenistas más hermosas, como esa chica de allá ―señaló a una morocha que se encuentra sola en el fondo de la habitación―. Se llama Julieta Dirale, veintidós años, número 17 del mundo. Es Argentina.

―Si tan linda te parece, entonces ve por ella ―dije cruzándome de brazos.

―Bien.

―Bien.

Slash se fue tras ella, y yo tras Rybana.

DÍA SIGUIENTE.

Me acosté con Rybana durante la madrugada, y por fortuna, estuvimos varias horas revolcándonos y explorando nuestros cuerpos. Me agrada mucho. Dormí el resto del día abrazado a su espalda, no contesté las llamadas ni mensajes de mi padre.

Pero llegado un momento, la sonrisa contundente de ella se borró y se levantó de la cama.

―Ven, hagámoslo devuelta ―dije suavemente y con la voz ronca.

―No puedo, debo ir a entrenar, hoy a la noche juego la segunda ronda.

Me senté en la cama, observándola vestirse.

―¿Puedo ir a verte?

Ella sonrió, con aquella dulzura que me cautiva, y respondió:

―Sí, puedes, pero déjame decirte algo ―continuó sonriendo―. En la liga masculina es fácil tener novia, en la liga femenina es muy difícil tener novio. Así que, lo que sea que estés pensando o que hayas imaginado, créeme, me encantaría, pero soy tenista. Y soy la número uno. No puedo estar en compromiso con nadie.

Asentí.

―Pero... ―sus ojos se iluminaron―. ¿Te gustaría ser mi mejor amigo, y fingir que estamos juntos para... Ya sabes, la prensa, las marcas, la publicidad, y esas cosas?

Hasta el último set (Slaxl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora