9. Abierto Mexicano

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Abierto Mexicano.

Una semana después del fracaso en Holanda, mi padre insistió que descansara al menos un mes. Decidí que era mejor no bajar los brazos, y a siete días de una final que dejó mi cuerpo lesionado, volví a viajar para anotarme en el siguiente torneo: Abierto Mexicano en Acapulco.

Un lugar soñado.

Nunca fui a México, pero tanto mi padre como mi madre hablaron durante años sobre lo maravilloso que es jugar allí, incluso en torneos pequeños. Y aunque Abierto Mexicano es prestigioso ―pero no tan importante como un Gland Slam―, tengo ganas de hacer un «pre-calentamiento» antes del Roland Garros.

Mi batalla contra Slash no ha terminado.

Me enojé mucho conmigo mismo luego de aquella final, llegué a autolesionarme con golpes de puños cerrados en mi pecho, también dejé de comer durante dos días seguidos y me la pasé llorando las últimas seis noches.

Mi padre se comunicó con un psicólogo, quién supuestamente iba a ayudarme a manejar la derrota, pero le dije todo lo que quería escuchar y lo convencí de tal manera que no necesitamos más sesiones.

Y, al fin y al cabo, las lesiones físicas consecuentes del partido contra Slash, desaparecieron después de un par de vendajes y masajes.

Estoy nuevamente listo para entrar en carrera.

Solo hay un problema.

―No puede ser ―dijo mi padre mientras se toma de la cabeza.

Mientras salíamos de casa con las valijas en mano para Acapulco, vimos una camioneta estacionarse frente el cordón, y de ella, se bajaron Slash y mi madre.

―Mi jugador y yo viviremos aquí, entrenaremos aquí y estaremos el resto de la temporada aquí ―dijo ella, sin siquiera saludarnos.

―No...

―Tengo una orden judicial que me permite estar en mi propia casa ―interrumpió a mi padre quitando un papel de su bolso.

Discutieron durante horas, a los gritos, permitiendo que todo el vecindario los escuche. Mientras tanto, yo me volví adentro y me acosté en mi sofá a mirar televisión.

No tengo ganas de pensar en lo que está sucediendo.

Slash me siguió, y soltó:

―¿Me dejarás dormir en tu habitación?

Obviamente está bromeando, pero yo no estoy de humor, así que no respondí.

Lo escuché alejarse y esa fue la última vez en el mes que lo vi.

Al cabo de un par de horas, mis padres se quedaron sin voces después de tantos gritos, y decidieron que tratarían de no encontrarse en la vivienda.

En verdad, un poco me alegra que mi madre regrese a casa, pero también me angustia que lo haga con Slash. Y me enoja, aun peor, que Slash usará mis raquetas, mi cancha de Tenis del jardín, mis vitaminas, mis televisores, y quién sabe otras tantas cosas más.

Con papá nos subimos al auto, ya de madrugada, y buscamos un nuevo vuelo para viajar a Acapulco.

Llegué muy cansado, apenas había podido dormir en el viaje. Y miles de fanáticos me prohibieron caminar por el aeropuerto cuando quise hallar un auto que me trasladara al hotel. Estoy tan agotado que tengo ganas de pisarlos a todos.

Los policías me ayudaron a trasladarme a mi hotel, y cuando llegué, tenía otros cientos de fanáticos esperándome en la puerta.

Fue todo un delirio.

Hasta el último set (Slaxl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora