Hasta el último...
Sponsors de raquetas, vestimentas, fragancias, relojes, zapatillas, muñequeras, bolsos deportivos y demás marcas llamaron continuamente durante una semana después del partido a beneficio de la ONG de niños.
Se recaudó catorce millones de dólares, así como yo recaudé cien millones de dólares firmando con distintas empresas.
Es divertido.
Voy aprendiendo sobre los negocios, comercios y contratos. Sin embargo, Slash dijo algo hoy temprano que quedó haciendo eco en mi cabeza varias horas:
―Con todo el dinero que estás haciendo ya puedes comprarte tu propia casa ―bromeó.
Pero tiene razón.
Soy multimillonario, puedo hacer lo que quiera en donde quiera. ¿Cómo es que no me había dado cuenta antes?
Obviamente no le contesté, y lo ignoré el resto del día.
Nuestra rutina continuó como si nada hubiera cambiado. Nos levantamos a las cinco, corremos dos largas horas, entrenamos juntos, almorzamos, vemos Peaky Blinders, discutimos con Duff por su borrachera, entrenamos nuevamente, cenamos, y termina el día.
La única diferencia, es que ahora hablamos. No mucho, lo suficiente.
Slash me contó sobre todas sus penurias infantiles, y no supe qué responder exactamente, pero lo escuché, y palmeé su espalda un par de veces en forma de apoyo.
Sé que soy distante como mi madre, que me cuesta demostrar cariño, y no tengo cariño ni amor ni nada por él, pero fue un mínimo gesto que me salió del inconsciente.
No volvimos a abrazarnos, ni a tirarnos sobre el otro, sin embargo, aprendimos a entrenar como si fuéramos amigos, hermanos, matrimonio. Y básicamente hacemos todo juntos.
Ya no lo odio, pero tampoco lo quiero. Aunque sí debo admitir, que confío en Slash. Confío en el jugador que es, en su autoestima, en su valentía de siempre seguir adelante, en su exigencia consigo mismo por entrenar a las cinco de la mañana, y en su manera de siempre buscarme como su compañero.
Me agrada.
Es correcto, y lo asumo, Slash me agrada.
Y es demasiado para mí decirlo en voz alta, porque, mi padre es el verdadero único ser que me cae bien. Era. Ahora existen dos personas.
A tres semanas del Roland Garros, después de quedar dando vueltas con el comentario de Slash, el día del sorteo llegó.
En menos de diez minutos dirán en vivo los nombres sorteados de los jugadores que se enfrentarán en la primera ronda de Roland Garros.
Y debería sentirme emocionado, motivado y excitado. En cambio, tengo un mal presentimiento.
Slash y yo nos sentamos lado a lado en el sofá beige del living, con la computadora encendida mientras escuchamos la transmisión en vivo. Mis padres se encuentran detrás de mí, escuchando atentamente también.
―Slash... Jagger ―dijo el locutor. Slash festejó, asumió que será sencillo―. Rose... Cobain.
¿Qué?
¿Quién mierda es Cobain?
Slash chocó su rostro con su mano, maldiciendo mi jugador.
―¿Qué? ¿Quién es? ―pregunté.
Mi madre suspiró, mostrando un gesto de preocupación.
―Jugué contra él en los torneos Junior, no sabía que ahora está como profesional ―dijo Slash.
―No, no está como profesional. Solo ingresó a las eliminatorias para clasificar, y arrasó con las tres rondas.
Las eliminatorias de Roland Garros son la fase de tres partidos seguidos que se hacen con jugadores infantiles o no profesionales que no tienen suficiente puntaje para clasificar a Roland Garros. Hay pocas vacantes, y de las trescientas personas que se anotan, los pocos jugadores que ganan entonces están destinados a ser el top 10 del mundo. Porque son más difíciles esas eliminatorias que el propio Gland Slam.
Una vez que ganaron, ingresan automáticamente al top 120 de las clasificaciones para competir contra los jugadores más élite del torneo.
―¿Y qué tiene de malo? ―pregunté―. Es mejor si es un principiante.
También yo soy un principiante, es la primera vez que ingreso a Roland Garros. Sin embargo, hace más de dos meses que soy jugador profesional, y Cobain no.
―Tiene dieciséis años, pero actúa como si tuviera cuarenta ―explicó Slash, algo molesto con la idea de Cobain―. Su estrategia es la psicología. Está loco. No es mala persona, pero sí mal colega. Busca incomodarte, poner al público a su favor, molestarte y burlarte. Te desconcentra fácilmente y juega con tus estrategias.
―Nada que ya no conozca ―respondí―. Algunos te desconcentran tomándote de la cintura.
No volvimos hablar el resto del día, ni tampoco el resto de las dos semanas.
Comenzamos a practicar día y noche de manera separada e individual con nuestros entrenadores sin que el otro pudiera observar. Debemos mantener la distancia porque la competencia se acerca y buscaremos enfrentarnos en la final.
Aunque, salimos a correr todos los días a las cinco de la madrugada. Lo único que no cambiamos.
1 semana para Roland Garros.
―Estamos aquí, en vivo, en ESPN haciendo un reportaje exclusivo a Axl Rose ―me señala―. ¡Bienvenido, Axl! ¿Cómo te sientes?
Me encuentro frente a Jack y Roger, en el edificio donde graban el programa, que hoy está teniendo un punto de rating altísimo gracias a mi participación.
―Muy bien, ansioso por el torneo. Gracias por recibirme ―sonreí.
―Sabes, es agradable verte aquí. Fuera de la cancha, con cierta amabilidad en tus palabras y mostrándote totalmente humano. ¿Crees que hay una diferencia entre «Axl humano» y «Axl Tenista»?
―Bueno, por lo que sé, para ser tenista primero hay que ser humano ―bromeé.
Los tres reímos.
―Pero entiendo tu referencia ―continué hablando―. Sí, creo que hay una diferencia entre mi persona y mi forma de jugar. Sé que soy cegado por el enojo cuando estoy en adrenalina, y no es algo de lo que me sienta orgulloso. Pero no voy a mentirles, no pienso cambiar mi forma de ser dentro de la cancha. Mi carácter es lo que me motiva a seguir adelante.
―¿Crees que Cobain tendrá oportunidad contigo en la primera ronda de Roland Garros?
―No sé quién es Cobain, pero nadie tiene oportunidad conmigo a excepción de Slash, que estamos bastante igualados.
ROLAND GARROS.
El día llegó.
Estoy listo.
Se siente como la primera vez que jugué un partido en mi vida.
Lucharé hasta el último partido, hasta el último punto, hasta el último set, solo, para poder enfrentarme a Slash en la final.
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Hasta el último set (Slaxl)
FanfictionHASTA EL ÚLTIMO SET. Siempre supe lo que tenía que hacer. De niño, de adolescente, de adulto y ahora. Jamás ni en un millón de años creí que conocería a alguien como él. Carismático, eléctrico, magnético, auténtico. Pero lo conocí. Acompaña a Axl R...