28
El adiós.
La autopsia determinó que Duff sufrió una sobredosis de cocaína mezclada con licor y Vodka. O al menos eso dijeron en televisión. Aunque la Familia Real asegura que fue un paro cardíaco espontaneo, negando que Duff consumiera.
Con su muerte, la policía halló las últimas fotografías de Duff y las vendió a la prensa, encontrándose con nada más y nada menos retratos de Slash y yo besándonos y abrazándonos en la cena de las hamburguesas.
De esta manera Duff se fue.
De esta manera salimos del clóset.
Y de esta manera Slash entró en una profunda crisis.
Viajé a Kuwaitt para asistir al funeral, que por cierto fue muy morboso la manera en que trasladaron el cuerpo, y conocí a sus padres.
No los vi derramar una lágrima jamás, y yo tampoco.
No pude llorar por él, ni el día que lo encontré con el líquido blanco en su boca y los ojos dados vueltas, ni ahora teniéndolo en un cajón de oro frente toda su población en un acto de la Realeza y con todas las cámaras apuntándome como «el último que lo vio con vida».
Slash no vino. De hecho, no lo volví a ver desde el día que Duff se fue.
El mayordomo de la Realeza me hizo señas para que suba el escalón del escenario y diga algunas palabras.
Respiré profundo, observé a mi alrededor a todas las personas vestidos de negro en un día tan ventoso y nublado, y subí el escalón para pararme frente al micrófono.
Tragué saliva.
No preparé absolutamente nada.
Miré al frente y me encontré con toda su familia, sus amigos, los empleados del Castillo Real, su equipo de Tenis, la población de Kuwaitt, y Nadal, Djokovic, Federer, Rybana, Jessica, Sorum, y demás tenistas excepto Slash.
Excepto Slash.
También está mi padre, al lado del escenario, con los ojos llorosos y la nariz roja.
―Hola ―dije en un tono serio y grave―. Me llamo Axl Rose, y era compañero de Tenis de Duff. Lo conocí en Dallas Open, y él... Él decidió que iba ser mi mejor amigo. Y digo que «él» quiso ser mi mejor amigo porque yo no tenía intención de hacer amigos, y él se aseguró de que sería mi amigo obligatoriamente.
Algunos rieron.
―Y como amigo, nunca me falló. Jamás ―miré al cielo. Me tomé algunos segundos, pensando que tal vez Duff esté por allí, escuchándome, y no en ese estúpido cajón dorado―. Un día necesité su ayuda, era muy simple ―dije regresando mi mirada al público―. Solo necesitaba que alguien me recogiera de una avenida. Duff apareció en un auto de lujo, y cuando le pregunté desde cuándo sabía «manejar», él respondió que no sabía, que había estado todo el día anterior aprendiendo y se había comprado un auto con tal de poder recogerme en las siguientes veinticuatro horas.
Todos rieron.
―Así era Duff, al borde de la locura ―continué―. Y esa locura lo trajo hasta aquí. Puesto que no le permitieron quedarse con el auto, tuvo que devolverlo al país. No es raro que Duff haya enloquecido. ¿Quién no enloquecería?
Todos borraron sus sonrisas y me miraron incómodamente, menos la Realeza, quienes parecen estatuas allí promocionando los mejores trajes de funeral de las mejores marcas de moda.
―Ahora veo a su familia, y todo lo que significan en este país, y entiendo por qué Duff era tan infeliz ―continúo hablando. No me tiembla el pulso. Tengo una gran seguridad de hablar antes de pensar―. Duff podría haber muerto mañana, o cualquier día de los siguientes años, pero murió hace tres días. Y murió tratando de ser feliz. Murió siendo un loco de mierda, un diferente a todos los demás, la oveja negra de la familia, y no como un puto «drogadicto» como dicen los medios de comunicación, ni tampoco por un paro cardíaco espontaneo como dice su familia. ¡Yo estaba allí! Y no solo el día de su muerte, estuve con él durante meses, y él estaba muriendo lentamente.
Observé a mi costado, notando el cuerpo pálido y casi hecho muñeco de Duff sobre el ataúd.
―Lo extraño ―dije y se me quebró la voz, por primera vez―. Extraño sus locuras, sus intensas charlas sobre su familia de mierda, sus chismes, su juego de «verdad o consecuencia», sus pocas ganas de entrenar, la manera en que sostenía mis piernas con tal de que yo pudiera ejercitarme correctamente, su preocupación por mí, y su mirada divertida que con solo verlo de lejos, ya sabía que iba a tener un día más positivo a su lado ―volví a mirar el público y dejé que mis ojos ardan en lágrimas―. Pero también es importante recordar, que Duff no era feliz.
Sequé mis lágrimas con mis dedos, esperé algunos segundos para encontrar regulación de mi respiración y continué:
―Y ya que esto se transmite en todo el mundo, sobre todo en los programas deportivos, aprovecho el espacio para decir que es importante tomar consciencia de la depresión, de las drogas, de las adicciones y de lo que significa «la vida sana». Es un tema tabú en el Tenis como también en muchas familias. Y Duff fue una víctima de todas ellas. Su familia...
Podría seguir hablando, pero cortaron mi micrófono.
Acaban de censurarme.
Nadal se levantó de su asiento, y comenzó aplaudir pausadamente en forma de reclamo, Djokovic y Federer se levantaron e hicieron lo mismo, y al cabo de algunos segundos era todo el público exigiendo que termine de hablar, menos la Familia Real.
Los guardias debajo del escenario me hicieron señas para que me retire. Y la verdad, esto no se trata de un reclamo, se trata de Duff.
Me encaminé hasta el cajón, besé su fría frente y me retiré del escenario con un llanto sin fin.
Mi padre me abrazó todo el camino a casa, y al llegar de regreso a mi habitación en el hogar de mis padres, me encontré con la ausencia de Slash y con la noticia de que anunció en todos los medios de comunicación que dejaría el Tenis de manera «definitiva».
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Hasta el último set (Slaxl)
FanfictionHASTA EL ÚLTIMO SET. Siempre supe lo que tenía que hacer. De niño, de adolescente, de adulto y ahora. Jamás ni en un millón de años creí que conocería a alguien como él. Carismático, eléctrico, magnético, auténtico. Pero lo conocí. Acompaña a Axl R...