Desde que Penélope se mudó a la casa de su hermana para enseñarle a su sobrina, él parecía tener motivos para ir. Siempre estaba a la hora del té, o en algún almuerzo dispuesto a ver aunque fuera por poco tiempo a Penélope, y aquel día no era la excepción.
Aunque en una de sus visitas todo había salido terriblemente mal.
Recordaba esa conversación y aquella mañana había ido a disculparse, aunque en su cabeza se repetía una y otra vez los eventos de la tarde de té.
—Debiste casarte conmigo.
—Otra vez. Siento un deja vu. ¿Deber? Yo no tenía ningún deber contigo y tú tampoco conmigo, Colin. Solo me tenías lastima de que fuera una humillada pelirroja en una esquina de salón de baile, tan confundible con el mobiliario que apenas era notada. Y así lo dijiste la vez anterior. "Deberías casarte conmigo".
—Me gusta tu cabello pelirrojo.
—¿Qué? ¿Qué has dicho?
—Tú has dicho que eres pelirroja y yo dije que me gusta tu cabello pelirrojo. Eso dije.
Ella frunció el cejo y lo fulminó con la mirada. —Ya sé de qué color tengo el pelo, gracias. ¿Y qué diablos tiene eso que ver con nada?
Había conseguido hacerla enfadar aún más. —Tú lo... Tranquila, no hay para tanto —intentó calmarla pero sin resultados. —Hay gente a la que no le gusta ser pelirroja, lo sé, pero no te preocupes. Tu tono no es demasiado rojizo, más bien parece marrón, pero cuando está bajo la luz, se vuelve como de cobre fundido. Es como... — Se detuvo. Tenía la sensación de haber descubierto algo extraordinario. —Es precioso.
A ella no le gustó el cumplido. De hecho, fue como si la hubiera insultado. —¡Eres el hombre más manipulador que he conocido jamás! Y el más falso.
—¡Falso! ¿Es que no me crees?
—¡Por supuesto que no! No digas ahora con que te gusta mi cabello rojo. Yo sé que a ti sólo te gustan las morenas. ¡Ja! ¿Lo ve? Le conozco, señor Bridgerton. Los cinco años que he pasado lejos no significan que no le conozca como la palma de mi mano. Así que es inútil que trate de camelarme con piropos absurdos. Usted regala cumplidos como quien da caramelos a los niños. Lo hace para conquistar, para conseguir lo que quiere, o para salir airoso de una situación desagradable, jamás he entendido cómo nadie, en especial tantas mujeres, pueden haber sucumbido a esa táctica, pero yo no soy tan tonta. Yo sé que no era su intención pedirme matrimonio esa noche, ni nunca.
—Jamás he creído que fueras tonta.
—Lo pensaste y lo piensas desde que te dije que no.
—Mis cumplidos hacía ti no eran falsos. Los recuerdo bien. "Eres todo un tesoro", "Eres mi mejor amiga, Penélope", "Eres especial para mí". Al comienzo solo te llamaba por tu apellido, pero luego era sincero en decirte lo maravillosa que eras y te llamaba por tu nombre. No era ningún teatro.
—¡Como si algo tan absurdo como elogiar el color de mi pelo fuera a servir de nada!
—Pude haber usado el color de tus ojos.
Extrañaba tanto a Penélope, estaba discutiendo con ella, claro, pero lo extrañaba muchísimo y hasta esa tarde no se había dado cuenta de lo mucho que le hacía falta su mejor amiga en su vida. Podían estar peleando y él por alguna razón no podía dejar de verla con las mejillas sonrojadas y los ojos chispeando de rabia y no encontrarla atractiva. —No sigas... Por favor.
—No quiero pelear más, pero tú tienes que admitir que casarte conmigo habría resuelto muchos de nuestros problemas.
—Y tú admite que no deseabas realmente casarte conmigo.
ESTÁS LEYENDO
VOLVER A TI
Fiksi PenggemarColin era un escritor de éxito hasta que por azares del destino, termina recluido en su casa en Londres sin querer ver o hablar con nadie. Su vida se ha vuelto nada y no tiene el valor para continuar, ni siquiera por su propia familia. Penélope es u...