III - Un "no" sin resolver

2.6K 196 68
                                    

Colin sabía que era una groseria decirle que no a su hermana Daphne, más si ella lo invitaba a cenar. —No te invita, te obliga a ir. -Dijo mientras iba en su carruaje. Ni siquiera sabía porque se había arreglado tanto. ¿Aún podía devolverse a casa? —Daphne te mata si lo haces. -Soltó un suspiro mientras veía la ciudad por la ventanilla del carruaje. Muchos iban también a cenas y otros eventos que tenían planeados y que él evitaba desde hacía muchísimo tiempo, a excepción de las cenas, veladas y bailes de su familia ya que no podía hacerle ese desplante a las mujeres más importantes de su vida, es decir, su madre y sus hermanas, fueran de sangre o por matrimonio. El cochero se dirigió a Mayfair y paró directo en la casa Hastings.
Bajó y fue recibido por el mayordomo quien de inmediato lo acompañó a donde estaba su cuñado, el duque. —Simon.

—¡Colin! Por fin sales de esa cueva. -Dijo su cuñado levantándose para saludarlo. —Justo a tiempo. Ya la cena debe estar servida, pero Daphne está ayudando a Penélope a cambiarse.

—¿Penélope?

Simon se calló de inmediato y se acercó a la licorera. —¿No quieres un trago?

—¿Penélope está aquí? Debo irme.

—Sí. Daphne la invitó, vamos, no te vayas, o tu hermana se enojará contigo por meses y más conmigo si dejo que te vayas. -Colin no aceptó el vaso de whisky que le ofrecían aunque tenía muchas ganas de decir que sí a aquel trago. Sentía las entrañas revueltas, no había visto a Penélope en años.

—Me quedó por ti, no por Daphne, prometió no tener ninguna treta esta noche.

—Ah. ¿Seguro no quieres el trago?

—Mi madre dijo que bebo demasiado, así que no.

***

Estaba más delgada, tanto que le quedó perfectamente uno de los vestidos de Daphne. La duquesa había elegido uno color verde con brillo y le pidió a una de sus doncellas que peinara a su amiga Penélope. —Debes conservar ese vestido, aunque pronto estarás ganando tan bien que podrás comprarlos a tu gusto. No sabía si te gustaría el verde, también tengo azules y rosados.

Penélope se miró en el espejo y sonrió luego a Daphne. —Este está perfecto, excelencia.

—Daphne. Me conoces incluso de antes que yo fuera una duquesa y somos amigas. -En cuanto terminaron de peinar a Penélope sonrió. —Estás muy hermosa.

—Lo siento, Daphne. -Dijo y la miró. —¿Ahora si me dirá para que me citó aquí en su casa?

—Sí. Claro. Me ha dicho Eloise que has estado buscando empleo como institutriz. Como sabrás, mi hija, Belinda, tiene casi nueve años, y su última institutriz decidió irse del país a América por motivos personales, y pensé que tú podrías ayudarme con esto. Te pagaré por tu trabajo de forma digna, tendrás una habitación en esta casa y si gustas, Simon y yo podremos ayudarte para que puedas tener la tuya en un futuro. -Penélope vio a Daphne, ella lucía regia, digna de su posición pero sin ser altiva. La hermana de Colin usaba un hermoso vestido violeta, y lucía mucho más madura que ella misma aún cuando tenían la misma edad. Daphne nunca tuvo problemas para atraer pretendientes, los hombres se formaban para rendirle tributo por ser una hermosa Bridgerton, rica y además, el diamante aquella primera temporada. —Puedes pensarlo y poner tus términos.

Penélope no recordaba ni una sola vez en donde alguno de los Bridgerton no fuera amable con ella a pesar de que tenían todo de su parte para ser orgullosos, altivos y sin nada de humildad. Por el contrario, eran muy amigables, leales y simpáticos. Sabía que no le pasaría nada malo si se quedaba con Daphne. Simon, el duque, también era un hombre de honor y cuidaba a su familia por encima de todo. —No tengo que pensar nada. Es una buena oferta y ya que estoy desesperada, la acepto.

VOLVER A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora