XV - Penélope, siempre tú

2.5K 173 54
                                    

El 8 de abril de 1818, exactamente el día de cumpleaños número veintidos de su mejor amiga, Colin Bridgerton se enamoró. Aunque él no se dió cuenta hasta mucho después.

Fue algo, resumido en una palabra, improbable. Su mundo dio vueltas, el corazón le dio un vuelco, el momento lo dejó sin aliento.

Aunque no tenía la satisfacción de decir que la chica involucrada, su mejor amiga, Penélope Featherington se sintiera exactamente igual.

Los hechos ocurrieron de esta manera.

El 6 de abril de 1812 la conoció, y fue un momento que le hizo temblar la tierra y quedó sin aliento un buen rato. Iba paseando por Hyde Park a caballo con su hermano mayor -o debería decir que iba a las carreras. -y es que era un fanático de la adrenalina y le encantaba sentirse como si volara, y cabalgar a gran velocidad. Se burlaba de su hermano que iba a un trote mucho más lento, aunque ninguno de los dos estaba realmente preocupado por su seguridad, salud y bienestar y solo eran extremadamente temerarios cuando ocurrió algo improbable.
El viento de Londres decidió encapricharse y en una ráfaga muy repentina hizo volar una papalina justamente a su cara. -¡DIABLOS! -Había exclamado una palabrota y al no ver por donde iba perdió el control del caballo y cayó sobre un charco de barro quedando sucio por completo. Logró quitarse la papalina de la cara y vio a su hermano bajar a su lado. Antes de que él preguntara cualquier cosa vio correr hasta donde estaba a una señorita bastante bajita, tenía el cabello rojizo y un vestido amarillo que la hacía resaltar en medio de toda la vegetación.

-¡Mil perdones! Lo siento mucho. -Su voz eran chillidos ahogados y realmente se veía apenada por lo sucedido. -¿Cómo se encuentra, señor? ¿Está bien?

Ya sería demasiado para aquella chica pasar tanta pena, así que en lugar de enojarse se echó a reír mientras se ponía de pie. Se pasó la mano por el pantalón y la chaqueta tratando de quitarse el barro mientras seguía riendo y ella lo veía con una expresión de sorpresa. -Bueno. No lo he hecho muy bien ¿Eh?

-Para nada, hermano.

Colin le sonrió a aquella señorita mientras le devolvía la papalina. -Oh, no, soy yo la que debo pedir disculpas. Se me voló la papalina y...

Ella estaba explicando demasiado y se veía apenada. Él no se había disculpado pero ella sí. No tenía sentido que lo contradijera pero, le parecía adorable. -No pasa nada. -La miró con una expresión divertida. -Yo... Ah ¡buenos días, Daphne! No sabía que estabas en el parque.
Ahí estaba su hermana, Daphne Bridgerton, preciosa como siempre, con un vestido azul hielo que la hacía lucir casi como un ángel. -¿Qué te sucedió, hermano?

-Me caí del caballo.

-¿Qué has hecho, Penélope Featherington? -Una señora más se unió al grupo y por como lucía, podía apostar que era la madre de aquella chica pelirroja.

-Nada. -Dijo ella en una voz bajita.

-Ay por Dios, Colin. ¿Estás bien?

-Espero que su hijo no se haya lesionado, Lady Bridgerton.

-Estoy bien como la lluvia. -Dijo él rápido para quitarle algo de preocupación a la chica -que ahora sabía, se llamaba Penélope. - y dejó a su madre cogerlo del brazo con preocupación. -Estoy bien, mamá.

-Sí, él está perfecto.

-Basta, Benedict. Tu hermano se cayó.

-Bueno, es una forma extraña de presentarse. -Dijo Daphne. -Lady Featherington, mis hermanos, el segundo, Benedict, y el tercero, Colin.

VOLVER A TIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora