—Los niños pequeños son bendiciones. -Elizabeth escuchaba a las monjas en Metz. Se escabullía por los pasillos del convento oyendo todo. No tenía mucho que hacer puesto que su madre la había dejado ahí mientras se iba con uno de sus amigos a algún lugar de Francia. No sabría decir si era París o Marsella... tal vez Niza, lo que importaba es que se había ido. —Lizzie es una niña adorable, Madre superiora.
—Hermana Gertrude. Lizzie siempre hace rabietas cuando quiere atención. Necesita disciplina, no que se le recompense por su comportamiento.
—Es una niña de cuatro años. Está por cumplir cinco. No sabemos donde esté su padre biológico. Es inocente a los ojos de Dios.
Lizzie no sabía mucho acerca de los "ojos de Dios", pero pensaba que debía estar ciego si podía permitir tanto y no dejar que su madre estuviera con ella. Se escondió de la madre superiora, y trató de hacer lo que le habían dicho.
Arrepentirse de los pecados, aunque no se arrepentía de haberle pegado en la nariz a Jolene Petit. Después de todo, aquella niña había dicho que su madre era una prostituta y que sería huérfana pronto. Y además, siempre sería una bastarda.
Ella no era huérfana. Tenía un padre. Su mamá le contaba de su padre y ella seguía viva. Sobre ser bastarda, ni siquiera sabía que significaba pero era una palabra que le causaba algo de dolor. —¿Estás bien, Lizzie? -Vio a Gertrude y asintió. Aquella monja era la única que le entendía y la quería. Ojalá pudiera quedarse con ella. Era mejor que estar en la casa de su madre en Metz.
—¿Mamá va a venir por mí?
—Seguramente lo hará.
Pero no lo hizo. Solo volvió enferma y ni siquiera pudo verla. La aislaron por completo y cuando por fin le dijeron algo, fue para informarle que su madre estaba con Dios.
Seguramente "los ojos de Dios" no habían visto que su mamá no era tan buena.
Lo siguiente fue un barco y quedar en Inglaterra en casa de un hombre que decían, era su padre.***
Día tras día, Penélope pasaba el tiempo con Elizabeth, sin Colin. Él había tomado la mala costumbre de salir todas las noches, y eso no le venía nada en gracia a la niña.
Las nuevas hazañas y aventuras de Colin estaban haciendo hablar de nuevo a la sociedad. Era como si todos volvieran a rumorar lo bajo que podía caer un caballero. —Ha pasado otra semana. Papá sigue saliendo todas las noches y llega oliendo como los borrachos. ¿Por qué hace eso, señorita Penélope? -Lizzie estaba sentada en frente de un espejo mientras Penélope peinaba su cabello con algunas trenzas y lo adornaba con lazos. —¿Qué es "bastardo"? -preguntó recordando esa palabra de antes y vio como Penélope negó en el reflejo del espejo. —¿Es algo malo?—Hablamos de tener paciencia, Lizzie. No han sido buenos años para tu padre. Es todo ¿Qué te parece si hoy nos saltamos las clases y jugamos en el jardín? Podemos poner una manta, que Nancy nos ayude con una canasta con dulces de la cocina y tenemos un picnic, solo de señoritas.
—¿Y qué es "bastardo"?
Sabía que tenía que decirle o seguiría insistiendo por saber. Penélope suspiró y miró a la niña. —Son hijos que tuvieron un hombre y una mujer sin estar casados.
—Eso quiere decir que yo soy una bastarda.
Era un concepto difícil de explicar para una niña de cinco años. —Estoy segura que tu papá te va a reconocer pronto.
—¿Reconocer es... que me pondrá su apellido? ¿Eso es bueno? Sabrán que no estaba casado con mi mamá y que por lo tanto yo... ¿Me esconderá por siempre?
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VOLVER A TI
FanfictionColin era un escritor de éxito hasta que por azares del destino, termina recluido en su casa en Londres sin querer ver o hablar con nadie. Su vida se ha vuelto nada y no tiene el valor para continuar, ni siquiera por su propia familia. Penélope es u...