Epílogo - La felicidad no es efímera

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La boda había sido hermosa, estaban en Escocia. No tenían que viajar mucho para su luna de miel y era mejor así, Colin no quería que Penélope se agitara demasiado por su condición.
Mientras iban en el carruaje, Penélope tomó la mano de Colin y le sonrió. —¿Pensaste alguna vez que llegaríamos aquí? -le preguntó con una sonrisa.

—No realmente. Si soy honesto no tenía esperanzas de que estuviéramos juntos. Pasaron años hasta que volvimos a encontrarnos. -Contestó Colin alzando la mano de Penélope para darle un beso. —Agradezco que hayas vuelto. Estaba perdido sin ti.

—Igual yo. Te amo, muchísimo. -Al ver su sonrisa se sonrojó, él le quitó un guante al jalarlo de las puntas de sus dedos y todo el recorrido que hizo la seda por su piel la hizo erizarse. —Colin ¿En qué estás pensando?

—En nada, y en todo. En ti. -repitió el proceso con el segundo guante después de quitarle el anillo para volvérselo a poner. Juntó sus manos con las de ella quedando palmas con palmas. —Que volvieras fue como sentirme en casa otra vez. Solo cuando te volví a ver que pasó todo lo mano.

—Exageras.

—Te aseguro que no. -Le acarició los brazos subiendo hasta sus hombros y luego sus mejillas acunando su rostro entre sus manos. —Eres lo más hermoso que me ha sucedido. -se acercó acariciando la nariz de ella con la suya antes de besarla. Sus labios se juntaron en un beso suave y aunque empezaba lento y reverente, pronto se profundizó deseando más, como una llama pequeña que comenzaba un incendio. Al quedarse sin aliento, Penélope se paró a Colin poniéndole las manos sobre el pecho.

—Estamos en el carruaje.

—Lo sé. -y volvió a besarla, esta vez con profundidad e intensidad. —Pronto llegaremos a la cabaña donde nos quedaremos unos días, pero no soy paciente. Me perdí de ti por mucho tiempo y ahora eres mi esposa, señora Bridgerton.

—Señor Bridgerton. -soltó una risita y se dejó besar por él. Lo mantenía abrazado, y se sentía bien tocarlo. Su piel ya lo conocía... No había otra forma de verlo. —Hay que esperar a llegar.

—Podemos empezar aquí. -Y poco a poco fue bajándola hasta quedar recostada en el mueble del carruaje en movimiento. —Al menos a besarnos, ahora puedo besarte cuando quiera. Nadie me dirá que es indecoroso porque eres mi esposa.

—Cierto, ahora puedo besarlo, señor Bridgerton. -Y lo hizo, todos los besos que se había imaginado estaban ahí y eran reales. Ya no eran parte de su imaginación. Pasó sus manos por el cabello de Colin y sonrió al sentir las de él desabrochando su  corpiño. —¿No deberíamos esperar a llegar?

—No lo creo. -Y la chaqueta de él terminó en el asiento de en frente mientras Penélope lo acariciaba. Desabrochó los botones y le tocó el pecho antes de acariciar su espalda por debajo de la tela. Él sonrió con su toque y ella volvió a besarlo. —Todo contigo siempre es bueno. Tú me encantas.

—Tú me encantas más a mí. -Y de a poco también el vestido de Penélope fue bajando y cuando ella vino a darse cuenta, sus pechos estaban escandalosamente descubiertos. —Colin...

—Nadie nos está viendo.
Y la tocó, sus manos estaban recorriendo por sus piernas bajo la falda, de una forma tan íntima que hizo que Penélope se estremeciera. —¡Colin!

—¿Sí, mi hermosa esposa?

—Acaricíame.

—Eso hago. -pero aún no tocaba su punto más expuesto. —¿O prefieres algo más?

—Sí. -asintió y solo bajó un poco sin aún tocarla. —Más... ¡Colin! -Solo cuando le suplicó, se acercó lo suficiente como para succionar sus pechos con la boca y alcanzar su humedad. La sintió temblar bajo sus toques y sonrió. —Te amo, siempre te he amado.

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