Capítulo 52: Azul.

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"Esta es la sensación que mejor conozco y que algún día me consumirá. Pero hasta que eso pase, disfruten de los pequeños mundos que puedo traer a la vida."

Esas eran las palabras que coronaban este capítulo en marzo de 2023, que no se repitieron en la primavera de este año porque logré encontrar la paz y la felicidad que con tanto desespero había buscado. Estoy enamorada, de una mujer que es todo lo que he escrito y más y gracias al amor y la paz que ha traído a mi vida, es que puedo continuar con esto.

 Estoy enamorada, de una mujer que es todo lo que he escrito y más y gracias al amor y la paz que ha traído a mi vida, es que puedo continuar con esto

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Azul, un tono profundamente melancólico qué se mezclaba con el gris de la soledad y la oscuridad de la pena. Tintes qué cubrían cada rincón de la habitación vacía, con la imperante sensación de que nada tenía vida, incluyéndola a ella, sentada en el suelo de madera recargada sobre la cama, con la vista fija en el inmenso armario a unos cuantos metros de su ubicación. Vacío, con la ausencia de las prendas que pertenecían a Luz, ya no había música en la casa, ni los sonidos de los pinceles pintando los lienzos y tampoco su voz tarareando canciones hasta quedarse dormida.

Uno a uno, sus suspiros salían acariciando sus labios hasta evaporarse en la atmósfera mientras el llanto volvía a fluir con fuerza, provocando qué se preguntara si en algún momento dejaría de llorar, no porque su tristeza acabara, más bien porque sus ojos agotaron sus lágrimas. Un doloroso y amargo nudo en su garganta retuvo los sollozos qué iban a romper con el silencio qué llevaba horas imperando en aquella solitaria habitación.

Tan solo esperaba que esos pasos ligeros y enérgicos volvieran a romper su silencio, los colores de sus manos volvieran a iluminar su mundo y sus ojos la llenaran de esa adrenalina incomparable que se volvía más lejana con cada paso de las manecillas del reloj y la llegada de cada anochecer.

En el suelo, junto a ella, ubicadas en un absoluto desorden, estaban todos los poemas con errores y correcciones torpes que de alguna manera se volvían arte de papel y tinta, volaban como sueños y se escuchaban como susurros cada noche dirigidos a la persona que amaba profundamente. Amity no lograba recordar si esas palabras habían tenido una dueña anterior y su amor se volvió un sentimiento reciclado y desgastado que intentaba entregarle a otra persona.

No podía ignorar los trazos hechos por ella misma para el anillo de compromiso, las dedicatorias de las primeras páginas de sus libros a Evelyn, los besos, las fotos, los eventos, regalos y ocasiones especiales donde su compañía era lo más valioso que tenía.

—Sigues aquí —su hermana mayor la sacó de su trance a medida que se acercaba a ella—. Llevas dos semanas encerrada, no va a hacerte bien seguir así.

—Es mejor estar aquí que haya fuera hiriendo a otras personas —respondió con la voz débil, casi como un susurro.

—No fue tu culpa, tú no...

—No lo intentes, Emira —la menor le interrumpió tajantemente—. No me vendas la idea de que no fue mi culpa, porque es obvio que lo fue.

Por fin la miró a los ojos, con los labios temblando y un nudo en la garganta, dejó salir todas las oraciones retenidas en su pecho.

Capital Letters (LUMITY) AU | EditandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora