Ojos tiernos

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Cuando se ponía a pensar en él, sólo se le venían a la mente dos cosas

Dos orbes azules tan trasparentes como el agua

Norman siempre había sido alguien fácil de leer para ella, sus ojos marinos siempre delatando lo que pasaba por su mente. Siempre podía verlo, leerlo y entenderlo. La única vez que no pudo ver a través de él fue cuando el sentimiento era tan obvio y real como el cielo, pero nunca se dio cuenta

En ese momento ni siquiera podía identificar que era lo que su propio corazón sentía, ¿como iba a identificar el amor que irradiaba alguien más?

Pero la vida tiene una forma única de hacer que las cosas pasen, y su caso no fue la excepción, de una u otra forma pudo ver cuan preciada era su presencia para ella, cuanto le gustaba ser la razón de la chispa extra que alumbraba su mirada

Ahora si no había nada que se le escapara al ver fijamente esos espejos marinos. Podía leerlo mejor que nunca, y ahora ese sentimiento tan cálido que él emanaba era más claro y evidente que la lluvia

Lo quería demasiado, su expresión sueve y tranquila como su presencia que no le transmitía nada más que calma, sus abrazos que la hacían sentir tibia y segura, los besos suaves que llenaban su pecho y estómago con esa sensación esponjosa y calida

Amaba como esas sensaciones explotaban dentro de ella como fuegos artificiales, en los matices de ese tierno color que lo identificaba

Y al separarse de sus labios volvió a ver ese tono azulado que se habia vuelto su favorito, viéndola como solo él la veía, sus frentes manteniéndose juntas

––¿Qué piensas?––murmuró con voz baja y dulce, la sonrisa enamorada y tonta adornando su expresión

Coraline acarició las mejillas tibias de su novio con ternura, sintiendo su propia sonrisa crecer, mientras seguía contemplando sus ojos

Ahora esos orbes azules tenían una nuevo nombre para ella

––Ojos tiernos––

––¿Qué?––el castaño rió levemente tomando suavemente las manos sobre sus mejillas

––Tienes ojos tiernos––respondió embelesada, con sinceridad y dulzura escurriendo de sus palabras

Unas sonrisa tierna acompañó la imagen de esos zafiros

––Y tú eres hermosa––dijo con cariño, antes de besar la comisura de sus labios

La peliazul soltó una risita antes de volver a juntar sus labios en ese contacto tierno y cariñoso que tanto amaba compartir con él

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